Tengo un rincón
donde navego
siempre a solas
Es allí donde residen
mis mayores secretos
Esos que nadie sabe
y solo yo enjugo.
Secretos que escurro
como un paño
de cocina.
Me acostumbré
de niño porque
siempre me castigaban.
Lo hice mío,
lo adopté
como a mi mismo.
Su oscuridad
me protege,
sus castigos
me decrecieron.
Únicamente
voy cuando
me siento
dolido...
Solo salgo
cuando
mis lagrimas
se convierten
en cuchillas.
No hay juez más severo que el que uno mismo lleva dentro, ante ese de nada sirve una buena coartada si no la sientes como verdadera...
ResponderEliminarUn placer el haberte leído.
Saludos Carlos.
Mil gracias... de verdad!
ResponderEliminarEse rincón lo tengo yo también. Lo malo, para mí, es cuando te vas al rincón no porque te castiguen otros sino porque te castigas tú solito... el colmo.
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