Entre cordones,
va mi vida caminando.
Del ombligo a los zapatos,
hay un sendero materno.
Como un contrabajo,
acaricio la música,
que parieron conmigo.
Aguardándote en espera incierta,
siempre me jacto de mi paciencia,
y vienes con mi nombre a gritos,
en las horas inciertas.
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