Este hotel
tiene las sabanas ásperas,
la almohada repleta de chinches,
la moqueta con pis seco.
El botones es tan viejo
que siempre trae
el filete frío,
y la propina
se le cae de mano,
porque le tiembla.
El fantasma de la habitación
ya no se afeita,
y en vez de miedo
me da pena.
Este hotel
está demasiado visto,
ya no es más
que una habitación rancia
con orientación a
media noche,
media vida,
media pena...
ni pena entera.
Quiero viajar y mudarme,
deseo soñar con sabanas limpias.
este hotel,
hostal de medio pelo,
es una ignorancia
que no afeita
su vergüenza.
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