Una vez más
me vuelve
el boomerang
que lancé hace
mucho tiempo.
Solo me basta mirarme
las manos,
o recordarme en algo
tan estúpido cómo
cuando miraba
la lluvia tras el cristal
de la casa que nunca fue mía.
A veces escuchar lo más
mínimo nos emociona,
a veces sacudir el bote
de cerveza
para escuchar
el último trago,
y no escuchar
más que unas gotas
tropezar
contra el aluminio,
me traslada
a aquellas lluvias,
me devuelven
el golpe
en la cabeza,
ese
que ahora
mancha este poema,
el mismo
que ahora
me arranca un llanto
y una sonrisa.
Vuelvo a relanzarlo,
no se cuando volverá,
pero si vuelve y no estoy:
no olvidéis
lanzadlo.
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