Lluvia de abril en los bolsillos de mis abrigos.

Voy cambiando a diario
las puertas de sitio.

Las coloco en lugares donde
antes veía tan solo muros.

Vivo en silencio,
casi ni me relaciono.

No me gusta conocer
a nadie más,
he cubierto el cupo.

Voy cambiando las puertas de sitio.
Creo hogares en las arrugas
indescifrables de mi cerebro,
y en las casas que construyo
cuando nadie me mira,
dibujo ventanas al cielo
ardiente de la tarde.

Allí, lejos,
donde todo arde,
es el lugar exacto
donde me achico ante el mundo
para beberme con incertidumbre,
la espuma gloriosa de esta vida
que viaja sobre estambres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario