Cavo profundo con la vida misma
en tierra muy mojada. Casi cieno.
El trabajo es mancha entre mis manos
que ya no son blancas.
La vejez va definiendo
esa aspereza de mi personalidad.
Sí, cada vez soy más ermitaño
cada vez crece más ese gruñón
mío.
Ahora voy poco a poco
hacia un agujero negro,
me costará los mismos años
de vida llenar de luz la tierra
baldía.
La eternidad, es una aliada
cuando sabemos
que vivir es lo eviterno
del principio de nuestro
primer llanto.
Vamos desperdiciando
papeles, y disfrutando lamentos.
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