He aprendido
a contener la dulzura.
Todos los males,
vienen precedidos
de una carta bien escrita.
Por mi sangre,
viaja una incontenible
y exasperada,
pelea de perros.
Tengo el corazón
como el fonamulista
resbaladizo,
necesito el silencio
que rasguea en mi,
el toc, toc;
de su corazón en mi oído,
arrancando la frontera de su
pecho:
quiero hacer caldo con sus huesos.
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