En favor de la locura y para no caer en rutinas de asedio apático.
Arrugo nubes, con el parpadeo ácido de mi estancia;
Inquieto, cansado... reflexivo: ya no pienso en mi, y tampoco en el camino.
Olvidé y sufrí, como ahora siento la verdad del infiel que muere, ahora, impotente; en medio de la voz.
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