Me dejo crecer la barba,
como signo de dolor.
Hirsuta, enredada, canosa.
Es como un baúl en el trastero.
Me dejo barba por dejadez,
porque me duele despertarme,
caminar y saciarme.
Mi barba es como un sobrante
de mi, que me recuerda que estoy
aquí, y algún día, me afeitará la madrugada
y no amanecerá jamás.
Mi barba es mi dolor, la uso para verme
menos la cara.
Hoy hay dolores perfilados,
dolores disfrazados,
dolores que sueñan con la moda
del dolor y ser la última moda
del llanto, dolores con ropa cara.
Barbas falsas, no son de pelo
sino de esperanzas.
Camino con mi barba y mi dolor
solitario, por las aceras, cojeando
la vida para marcar a forja el camino
de mi pelo negro,
necesito en ocasiones un afeitado,
pero es lo más cercano al suicidio.
Me gusta llevar mi dolor, me recuerda
que sufrir es como una cerveza,
hay que tomarlo con gusto
y olvidar el afeitado.
¡Impresionante! ¡Maravilloso poema!
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