Iba de un lado
a otro.
Risueño, melancólico,
de calle, en calle,
solitario, asustado,
borracho, irreverente.
Buscaba en los bares,
como perro callejero,
un mendrugo de amor
caliente.
Absorto en miradas ajenas,
me perdía en el parpadeo
de otras borracheras,
arrojaba risas como tumores.
Ahora soy jardín,
que solitario
en alguna hora,
encuentra sosiego
en un boomerang
con forma de brazo.
Me gusta lanzarme
a la vida;
con la fuerza de la muerte.
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