Fascinación,
horas embelesado
ante libros abiertos.
Contaba los pasos
que daba camino del colegio.
Se me quedaban cojos
a la vuelta a casa.
Recuerdo el cielo,
las nubes,
el banco,
la fuente
el autobús
que dejaba escapar,
y los cordones siempre
desatados.
Siempre me daban
miedo los autobuses.
Suspendía todo,
pero me esforzaba
en dibujo,
para no sacar colores,
mezclaba las bases,
retorcía el arco-iris
en un dolor inmenso.
En mi paleta sólo estaba el negro,
al llegar a casa la merienda,
bocadillo de atún con mayonesa,
dibujos, y a la noche, de nuevo el miedo.
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