Meado encima
por mi respeto.
Anudo sogas de seda;
sonrío.
Creo espacios,
los repleto,
y distancio.
En la oscuridad
y el silencio me siento,
para ser menos
unidad y más deseo.
La envidia gobierna,
se sale de casa
con flores
en la boca del suceso.
Taño mi pena,
miro al suelo,
por desprotegerme,
no me tengo.
Uno mis declaraciones
a mis emociones,
con pegamento
del despecho.
En ocasiones,
es mejor ser un perro,
un cerdo,
tener ratas en la jaula
del cuerpo.
Bebo vino y hablo
con la luna,
ha pasado tiempo;
ya me quedé
a solas, oscuro,
desfasado,
ignorando la reacción
de un acto,
que creí verdadero,
sorbo rugidos
para cobijarlos en mi pecho.
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