Tengo un viejo perro
que va conmigo
desde pequeño,
desde que yo era pequeño.
Es un viejo amigo,
me acompaña,
no ladra,
pero me hace
compañía.
A veces hablo con él,
el no dice nada
solo me eschucha.
De pequeño
todo el mundo
se reía de mí
cuando pedía
huesos
en la carnicería
y se los ponía
en el suelo,
nunca se los comió,
y nadie salvo yo
puede ver a mi perro,
es un viejo lleno de pelo
pero sabe estar cuando tiene
que estar.
Ahora los que se reían,
están locos,
o viejos,
o demasiado
solos...
menos yo,
que tengo
este viejo
huesudo
cascarrabias
que aún me escucha.
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