Saliendo del curro
y cogiendo el coche
me meto en la m-30.
todos los días lo mismo.
A las siete de la tarde
el atasco es infinito.
Fuera, esta lloviendo
y el agua chisporrotea
en los cristales
y el capo,
salpica en la chapa,
resbala en el cristal,
dibujando pequeños caudales,
orquestando su particular
sinfonía...
chop, chipop, chop, chipop.
A mi derecha un hombre
se hurga la nariz con su dedo
meñique, lo ahonda tanto
que sacará algún pensamiento
prendido de la punta
entre el dedo y la uña.
A mi izquierda,
una bella joven
agarra con firmeza el volante,
labios rojos y carnosos
canturrean, mientras
mira al frente con los ojos perdidos
en la cabeza del atasco
y sus pensamientos en algún lugar
de Saturno, deslizándose por
sus anillos.
Detrás una mujer de unos cuarenta
mira sus dientes y sus ojos
en el espejo de la visera,
preocupada por su belleza
y cuestionandose que hará
cuando llegue, a casa.
Suspira...
y se deja caer en asiento
mientas espira y le da una calada
a su cigarro.
A mi derecha:
el pensamiento al borde del abismo.
A mi izquierda,
el presente incierto.
Detrás el futuro,
se recuesta y convierte en humo
fuera: chop, chipop,
la lluvia continua.
Sentado en el coche
en medio de la m-30
los tubos de escape
son futurologos.
En medio de la m-30
rodeado de caras,
y cuerpos,
la mayoría de ellos
podrían ser grandes amigos,
amantes ó enemigos,
pero no lo saben
porque la m-30
lejos de todo
no permite ni un segundo
de amabilidad.
Tocan el claxon.
He de seguir, hasta otra...
qué calidad, príncipe...cómo retratas las vueltas a casa...gran beso!cris
ResponderEliminarvisualizas la realidad de una forma asombrosa,mr.Cooper
ResponderEliminar