Así fue como pasó:
Sentado en el 7 calles pasó por delante una mosca que me hizo caer inmerso en largo sueño reflexivo... el vino resbalaba cuello abajo y todo lo que pensaba se convertía en hipo.
Imaginé que todo tenía un comienzo elaborado y con unas formas determinadas, de alguna manera seguí dándole vueltas a todo ese embrollo y fabricando el comienzo más o menos perfecto de lo que tenía que ser una obra con rigor lingüístico. Recordaba todos los clásicos que en su día me enseñaron. Eran grandes en sus reflexiones y magníficos en sus palabras... buscar el cómo; ardua tarea, centrado en cómo lo hicieron ellos y la forma de cómo lo haría yo, tomando plantillas aunque escasas, de lo que había leído... sentí que me tocaban en el hombro y alguien que no me conocía pero parroquiano del bar, me hablaba entre eructos " echa te pa´un lao y te pago una birra" volvió a eructar, gutural, profundo, con retronasal de vomito y largo en postgusto a companaje rancio.
Le hice hueco. Me invitó; cuando me vine a dar cuenta seguía inmerso en mi búsqueda, pero decidí dejarlo. Nunca sería un buen escritor, a cambio me llevaría bien con las moscas de bar, nunca haría ascos a una cerveza y el rigor lingüístico imagino, que la vida me tendría preparado el mismo rigor que a todos... ¿el mortis? En fin; concluyo que en todo momento hubo un comienzo y el mío no fue ni clásico ni encontrado por ninguna musa de inspiración divina, más por un olor rancio, y una cerveza caliente.
Sentado en el 7 calles pasó por delante una mosca que me hizo caer inmerso en largo sueño reflexivo... el vino resbalaba cuello abajo y todo lo que pensaba se convertía en hipo.
Imaginé que todo tenía un comienzo elaborado y con unas formas determinadas, de alguna manera seguí dándole vueltas a todo ese embrollo y fabricando el comienzo más o menos perfecto de lo que tenía que ser una obra con rigor lingüístico. Recordaba todos los clásicos que en su día me enseñaron. Eran grandes en sus reflexiones y magníficos en sus palabras... buscar el cómo; ardua tarea, centrado en cómo lo hicieron ellos y la forma de cómo lo haría yo, tomando plantillas aunque escasas, de lo que había leído... sentí que me tocaban en el hombro y alguien que no me conocía pero parroquiano del bar, me hablaba entre eructos " echa te pa´un lao y te pago una birra" volvió a eructar, gutural, profundo, con retronasal de vomito y largo en postgusto a companaje rancio.
Le hice hueco. Me invitó; cuando me vine a dar cuenta seguía inmerso en mi búsqueda, pero decidí dejarlo. Nunca sería un buen escritor, a cambio me llevaría bien con las moscas de bar, nunca haría ascos a una cerveza y el rigor lingüístico imagino, que la vida me tendría preparado el mismo rigor que a todos... ¿el mortis? En fin; concluyo que en todo momento hubo un comienzo y el mío no fue ni clásico ni encontrado por ninguna musa de inspiración divina, más por un olor rancio, y una cerveza caliente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario