Aún recuerdo jugar contigo
en aquellas mañanas a solas
mientras el sol acariciaba el suelo
en ese invierno en el cual llegaste.
Siempre fuimos un equipo,
incluso antes de tu llegada
ya participábamos
en juegos en las noches
en las que escribía poemas raros.
La vida ha sido justa contigo.
Has viajado, te has bañado en mares grandes,
en aguas pequeñas, en ríos escandalosos
y comido todo lo que pudiste.
La vida te trató bien.
Lo que fue injusto fue la llegada
de tu muerte.
Esa mierda de muerte advenediza.
Recordaré para siempre nuestro último
paseo, nuestra última mirada...
Recordaré siempre la última vez que montaste en coche
justo antes de tu muerte.
Fuiste generosa al extremo...
tan generosa que una vez te habías ido
no pude evitar volver corriendo a besarte en tu cabecita
pequeña y negra... en aquel hocico tan canoso
como mi barba...
Y al despegar mi cara tras el beso..
toda tu espalda me contestó
erizando el pelo de tu lomo...
Sé que nos dabas las gracias...
Eres generosa hasta después de muerta.
Lo sé, pierdes a quien quieres y es una mierda.
Pierdes la ilusión y es una mierda,
Te decepcionan y es una mierda...
porque la vida es una mierda
pero basta tener un pequeño
momento como los que nos diste...
y entonces solo entonces
arden todas oscuras muertes
con el fuego avivado de la esperanza.
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