En favor de la locura y para no caer en rutinas de asedio apático.
Mi sexo,
como el faro de La Jument
aguanta estoico sus olas saladas.
Embiste su escualeno
contra mis horas más solitarias
y encuentro todos los besos
que he ido perdiendo en mi vida,
entre sus muslos de tersa piedra
griega.
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