Descubres mirando en cualquier dirección
no colonizas, ni asientas... solo te sientas
a pensar que el mundo se ha podrido
sin embargo sabes que el amor
te salvará.
La soledad del pescador,
la tristeza del pescado,
la alegría del solitario.
Viajas por espacios impolutos
de cerámica y barro.
Quizá el mundo algún día
desee ser tuyo
pero tu lucha, como siempre,
será deslizarte entre calles mojadas,
bares de mala muerte,
antros que jubilan la noche...
Y no te hará falta nada
excepto saber volver a casa.
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