Cuando todos los parques son verdes. Cuando todos los adoquines son hierba.

La espío mientras habla a solas.

Se sienta siempre en la misma silla.
En la misma cafetería.

Habla de cosas raras (estoy seguro).

Deja pasar el aire entre sus piernas,
sus brazos,
abre la boca con levedad
y permite que el mundo
le entre por vientos,
para exhalar palabras
que escribe en condensación,
con la imaginación de su adviento.

Toma pequeños sorbos de café,
y fuma.

Lee el periódico, se informa.
Torna su gesto.
La rara avis del mundo no le gusta...
pero ella no sabe que lo mejora.
Que mejora el mío.
Que estoy menos solo desde que la espío
desde mi ventana, y después le escribo.

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