Mi iniciativa no es cambiar nada.
Es completar lo absoluto
con idiosincrasias relativas
al entorno de lo palpable.
Prever el fracaso,
como un nombre propio
de mis actos.
Centrar el egoísmo
en un objetivo constante
de insumisión
ante el caos breve,
ante la pasividad perpetua.
Llegar sin moverme,
encontrar la búsqueda
porque llega a mi
como un regalo despistado
del universo absorto.
Realidades ante la desgracia,
que siguen parapetando
espejos rotos.
No quiero nada,
deseo todo.
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