Siete comas, medio punto y aparte.
El diablo juega con la tragedia
de los objetos.
Veinte leguas mudas,
el vientre de las ballenas
es un verso que se deshace
en medio de la noche,
mientras huye de los arpones.
Vives en un pueblo de seis millones
de habitantes y estás solx.
Mi madre me enseñó
a recortar nubes y pegarlas
en el papel.
El destino es tuerto,
cuando la noche reclama
el dolor que no es suyo.
Ahora tengo los cuartos
crecientes en el bolsillo,
y la luna llena se vacía
sobre sus senos de mujer
ejercida por una doliente
soledad.
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Aguanta el despegue,
lo inerte será un recuerdo sesgado
en la balda de una memoria absurda.
Vendrán con libros abiertos
nuevos ejércitos,
y la munición caerá sobre nosotros
plena de conocimiento.
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