Rajas en la espalda como huchas de la violación emocional.

Me incluyo en esa sinfonía
disonante; el desorden mental
ajeno.
Como el ajenjo,
o el espíritu, intento no buscar
explicación a mis vicios,
tan solo cumplirlos: por devoción.

Pasado está lo ordenado,
es momento de la muerte desordenada,
del engaño temporal,
que desarrolla un corazón de amoniaco.

Egipto es en nosotros,
la muerte de los peces mudos.

Ra, es la giste de la mirada fronteriza
en la playa,
mientras Amón-tonas,
canciones en el diván de tus pies.

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