No mido las distancias, porque no vuelo.

No comprendo muchas cosas,
sin saber nadar,
no me hundo.
Y como el agua,
son vuestras palabras
que viajan entre nuestras
bocas.
Quiero aprender,
para no saber,
la sabiduría del mirlo,
al posarse en el árbol,
para mi la quisiera.
Esta noche,
la luna follará
con nosotros,
y la luz taciturna
saldrá por el norte,
será breve, no lo pierdas.
El mirlo se habrá ido,
pero nosotros
seguiremos en los bares,
calles sin salida,
estampando amor
contra las paredes.

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