Durante siglos, he observado
El arroyo de la colina Xian.
Pero nunca me fije en el
atardecer.
Desde la hirsuta piedra
que es mi asiento
mi alma lisonjera,
no advierte
el vuelo de las garzas,
y los gorriones
ya no vuelan hasta mi alma.
Si contemplo el arroyo,
me pierdo la hermosura del atardecer
y las piedras blancas del arroyo,
son lágrimas
cuando la corriente las arrastra
hasta los meandros.
Si observo la belleza
Me pierdo la hermosura.
Solo el gran sabio
Podría descifrar esta
duda advenediza
en la que dubita
la fiereza de mí ser:
Mientras torno
los espíritus
en crisantemos
Conclusión, no se puede tener todo.
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