En favor de la locura y para no caer en rutinas de asedio apático.
El Reencuentro
Una noche en la taberna de Fran el tuerto, coincidieron sin conocerse, habían dejado casi una hermandad consanguínea a medias, una de esas amistades que nadie se atreve a adjetivar ó calificar por lo sagrado que dan a entender. Esa noche el tiempo les negó el reconocimiento les aró en piel y rasgó en ojos tanto dolor que no supieron saberse el uno del otro, solo al termino de dos botellas de aguardiente, Roonie fue al baño a mear y al pasar junto a Mark le dio un leve golpe con el codo, algo que a un sobrio jamás le hubiese molestado, al retarse con la mirada ambos sacaron navajas de muelle; solo que Mark más perro viejo, no fue amenazante sino certero y Roonie se sintió nacer un afluente de vino del lateral del cuello. Cuando Mark rebuscó en la billetera de Roonie, para sacar el dinero se vio abrazado junto al cadáver en una foto con más vida ambos que la que ahora reflejaban, al reconocerse no supo actuar, le asomaron unas lágrimas y cuando fue a explicar al tabernero su error... Frank el amigo fiel de Roonie, le clavo en el cuello una botella rota a Mark dando la misma muerte que al desdichado Roonie... Fue el fin de todo, la amistad se convirtió en un relleno, en una jarra de babas, de dos cadáveres, en la taberna de Frank “el tuerto”.
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