Acucio lo innegable
como si viniera hacia mi
el que se adelanta
a la huida de lo que no conoce.
Los páramos secos del conocimiento
se amontonan justo en conversaciones
en las que se dislocan las mentiras;
genialidades de un invento sin análisis.
Realidades sometidas a la estupidez,
perseverancias sin conclusiones
en ninguna de sus premisas.
Los silogismos cocidos
en la boca,
son los escupitajos
de un pensamiento
en silla de ruedas pinchadas.
Habré de romperme
las uñas bajo lo negado,
para salir al aire
como un destino imaginario.
Como si quisiera hacer de nuevo
todo aquello en lo que al errarlo,
me mostró la pátina de un tiempo
lleno de una insidia desbaratada,
una imaginería sin santos.
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