Suspensiva la vida en medio de un parto rodeado de espino blanco.

Erguida la flor del cerezo,
cumbre humilde de belleza,
entona mientras resplandece,
la melodía triste de un laúd
desquiciado.

Es tornado en cromático
y viento sin música,
el invierno acaecido
sin forma necesaria y exacta.

Mas todo es muerte y olvido
ante el orgasmo que la natura
exige, de manera insurrecta,
para continuidad de una vida
que mata, por vitalidad egoísta.

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