Saboreo el ambiente
como carne cruda
del viento.
Imagino mi nombre
en carteleras,
y aún pesa mucho
mi luz de neón...
Esa que no quieres
pero todos pagan
por tocarla.
En favor de la locura y para no caer en rutinas de asedio apático.
Saboreo el ambiente
como carne cruda
del viento.
Imagino mi nombre
en carteleras,
y aún pesa mucho
mi luz de neón...
Esa que no quieres
pero todos pagan
por tocarla.
La luna mengua
entre tu lengua
y mi cuna.
El amor es una baraja
sin comodines.
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Arriba en lo más alto
hablan de dios,
pero la perdición humana
es Hiperión.
******
En ocasiones
en nuestras casas
nacen trincheras
de guerra,
librando batallas
en la cama.
******
Tanto tiempo
mirando como
el sol desaparece,
que ya no nos hace
ocaso.
Caen lentas las ramas
avejentadas del naranjo.
Contra el suelo,
se resquebraja el ocaso.
Mientras, el jaloque,
viste el huerto
con las flores
del almendro.
El cielo ha cogido
su vez,
para su lento padecimiento.
Erguida la flor del cerezo,
cumbre humilde de belleza,
entona mientras resplandece,
la melodía triste de un laúd
desquiciado.
Es tornado en cromático
y viento sin música,
el invierno acaecido
sin forma necesaria y exacta.
Mas todo es muerte y olvido
ante el orgasmo que la natura
exige, de manera insurrecta,
para continuidad de una vida
que mata, por vitalidad egoísta.
A merced
de lo establecido
lo que pienso
es lo que siento.
Defiendo con sueño
esta rabiosa soledad.
Lo miro todo
con sangre.
Son mis ojos
esos tomates,
que pinchas,
en la ensalada
que yo no como.
En silencio, más mudo
que callado,
voy cortando
la fruta que me encuentro.
Desde luego
que las cosas
varían en la noche
del sesgo.
Ahora
Y entre tanto,
voy sembrando
por cualquier sitio,
todo este llanto.
Vuelvo a sudar
a escondidas,
como aquel joven
de veinte años.