Me entrego a tu vicio,
ese que me descubre jugando
con el olvido.
Es el haber ciego,
el pasado removido,
un montón de estantes
llenos de muñecos sin cabeza.
La locura desaforada
que huye entre las palabras
usadas de los bares rancios.
Escapo entre todo lo tuyo,
como si fuera agua sucia,
por el sumidero.
Escapo hacia ti,
encontrando una libertad,
que jamás adivinè,
cuando respiraba
en esos bares,
el humo que no era mío.
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