Estar lejos hasta de mis dedos. ¿Sabes? hay momentos en los que arder sería mejor que desaparecer. Momentos en los que la desmemoria podría arrasar con todo lo que me sucede constantemente desde hace tiempo.
Hoy he querido superarme, pero me cuesta arrancar de la línea de salida y a la primera vaya, he caído hacia el cosmos de la inactividad. Barro de un lado a otro las miserias de mi vida y no alcanzo a comprender dónde me dejó aquel perro imaginario que tuve, al que llamé Boris.
Boris desapareció y aún espero encontrarme con él. Es la única esperanza que mantengo de mi niñez y la única que aún mantiene el fuego encendido.
Quizá algún día aparezca y me lleve por las calles que el tiempo ha reformado y que ya no son como antes.