Mantras para cuando hace frío.

He recortado todas mis esperanzas,
les he dado forma de vía libre.

Mi coche me pide servicio
recomendado.

No me queda cerveza
y la noche es larga.

Todos mis valores
caen al fondo de una bolsa.

Repetir constantemente
lo mismo:

Siempre es hoy,
lo que ayer fue mañana.

Encuentro en lugares la misma piedra con forma de sangre.

Revelo mi dolor,
y lo exprimo en jarra clara
como vital liquido
vacío de existencia.

Valoro la creación
de la mano
que viaja por lo imaginado.

En estos tiempos, la tinta
es hora de lo inexorable
por eso viajamos
en trineos tirados
por corazones ansiosos.

La lengua por delante
de lo racional,
sin filtro surrealista.

Todo está vendido
en mercados de segunda mano
en los que encuentras
hasta sangre en tus botellas,
con dolor de otros.

La fruta de septiembre es apenas un mordisco al aire.

Entierro las manos en arena
como si buscara letras,
y la tierra me devuelve
menos arena que la que cubren
mis dedos, apenas unos granos.

Piso el asfalto de puntillas,
mientras arde mi estomago
al imaginar lo que recuerdo,
como un sueño aciago.

Miro todos los relojes
menos el mío,
como si mi tiempo
no fuera este,
o la hora estuviera cerca.

Parece que fue ayer,
cuando reflejaba mis manos
en el agua del lavabo,
y pescaba sueños
dentro del agua rota.

Azúcar tardío que se pudre dentro de la uva.

Ando sin cita previa
sobre mis errores.

He ahorrado
mis miedos
y derrocho
su sangre
derramando noches

Sueño con el calibre
que reviente mis sesos,
y los convierta en poema,
en medio de mis duermevelas.