y veo toda la carne
en los mostradores,
viendo toda la fruta,
el pescado,
los lácteos
los condimentos,
los detergentes,
los colutorios,
... me siento culpable.
Cuando veo las cajeras
con sus uniformes,
a los reponedores,
a los carros de metal
como cárceles del pensamiento,
como cementerio
descapotable de lo vivo,
me siento culpable
cuando voy a los bares
y veo a los camareros
con sus ojos de perro pachón
tristes, como si una navaja les atravesara
para rajar su aliento...
Me siento culpable,
cuando entro en las farmacias
y veo los medicamentos,
y los farmacéuticos,
y sus mancebos
de tristeza infinita...
me siento culpable,
cuando entro en los hospitales
y su olor me convierte
en un espectro insaciable
me siento culpable.
Me siento culpable
en medio de todo esto,
donde me dan ganas de llorar
a borbotones,
de sacar lagrimas
y dispararlas a bocajarro
para matar la desdicha...
me siento culpable.