Nada como nada; para que nada parezca nada. Así es como algo.

Me condenan a eso.
A lo que nunca ocurre.
A eso que pasa, y no sucede.

Chirrían mi nombre las esquinas
por las que derramo
mi posibilidad escasa
de planetario imberbe.

No me creo nada.
Nadie me cuenta lo que pasa,
solo escucho lo ocurrido
en medio de los barrios
por los que apuesto a perder
al gallo peleón que ha estado bebiendo.

Sigo bebiendo como siempre
hago.
Está a punto de parir, lo que comencé
hace años,
un imaginario relleno de muerte
que habla podredumbres
cuando mira atrás sin música,
y con un espejo roto
en el proyecto hombre.

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