Mantas en una carpeta olvidada.

Plantar un futuro
en medio de un óbice
lleno de descaro.

Lo recurrente
como salpicadura
de un veneno inoculado
por la parálisis.

A veces
el tacto
se deshace
con el sudor
del sueño.

Por mi, y por todos mis compañeros.

Dentro de una voz rota
siempre escucho lo mismo:

taxi, taxi.

Parece que siempre comanda
la misma intención
en lo incensurable,
cuando es una reposición
vivir, dentro de la rotura.

Escala por los pechos rosados
de la innombrable...
alpinismo de la duda,
viaje a un continente
que no existe en este mundo...
la escritura me subyuga
porque jamás la comprendo
como algo dentro de una partitura.

Malditos analistas.
Os da pavor acabar
expuestos, dentro
de vuestras ideas matemáticas,
como el fiambre del supermercado.

¡¡Taxi!!

siga a cualquier poeta.


Piedras contra mi pecho.

Amargo el tiempo
lo que nos alienta aún
son esos besos.

+++++++

Mira por la ventana,
el cielo es el mismo de ayer
y de mañana.

+++++++

Es posible
que en el futuro
sea realidad.

+++++++

Ahora es tiempo
de medir tempo;
así todo funciona.

Reconciliaciones con los pies colgando al abismo de la tarde.

Cuando lo más parecido
a una persona
es un frigorífico,

acudo al poema,
lo leo,
dejo que destroce
cualquier fundamento
creado.

Dejo que me humanice,
que me golpee,
que haga de mi un pelele.

Me mojo, lo rompo...
tengo el mejor de los sexos.

La experiencia del desasosiego y el arrepentimiento.

Es extraña la certeza,
conocer el fracaso
y reconciliarte
con él: una y otra vez.

Quizá, quizás,
algún día,
todo cambie,
y sea a mejor.

Como el payaso
de circo,
que fuma a escondidas
y mira en sus horas
libres a la infancia perdida;
así es la reconciliación humana,
encajar el fracaso
mientras da la espalda
a la inocencia:

Quizá por miedo a la verdad,
quizás por todo lo demás.

Sin deseo para llegar al ego.

Porque todas las despedidas
aclaman la verdad de lo incesante,
jamás me veréis quejarme
del dolor que acucio.

Eso sí, barbaries a mi ego
daré siempre bienvenida
moral,
más que nada,
para que la situación
de lo aclamado,
pueda ser un olvido
que jamás nos cueste
lo que en su momento
nos odió por vitalistas.

Así de esta forma sin calificativo,
deambularé por medio de lo heredado
como un imaginario sin perspectiva.

Revelación a una intriga.

No lo dudes.

Aún se arrastra el corazón
por sanatorios mentales,
deseando hallar
la cordura que jamás tuvo.

Puentes entre lo que no poseemos de nosotros mismos.

Tengo entendido
lo explicado
por la sangre,
en medio de la inmunidad
inimaginable.

El asunto de lo tramado,
con la estirpe pactada,
es un pasatiempo
que no lleva a nada
concreto.

Tenemos que cocer
los alimentos
de nuestra sonrisa
ininteligible,
sobre todo
por los legajos
que no comprendemos
cuando al leer,
nos exprimimos
en medio de una mañana
que jamás conoceremos.

Por esto y solo esto,
seremos siempre
una estirpe que no cuaja
lo que entre en sus reflexiones
elabora como digno.






A solas cuando me fustigo.

A todo esto,
mientras la vida
corre, y no en balde,
descamiso mis padecimientos
para que el frío
baje el calor que provoca
algún que otro sentimiento
de soledad,
que arranca sin querer
de mis entrañas,
imaginerías torcidas
como ramas de acacias.

¿No imaginas el sol tomando un café con pimienta de madera?

Tengo tantos pasos,
para un solo camino,
que disfrazo de sendero
las palabras
escapadas por la comisura
de los intentos huidizos
que acotan mis tanteos
de vida desaforada.

Arriesgo mis conclusiones
en favor absoluto,
contrariado,
desmedido,
y excesivo
de esas paredes
que pinto y no dibujo.

Se me revuelve
todo lo olvidado,
dentro de un estomago
imaginario,
que vive en su sangre
tragada a borbotones,
sorbida por el lado
del sabor dulce,
caramelizando el sufrimiento.

Ando en la rivera de todos
los ríos,
mas no sonrío.

Echo cebos agrios,
porque soy quien muerde el anzuelo.

Atandome los cordones en medio de un jardín.

Con lentitud extraviada
del senecto desmemoriado,
busco las acciones que perdí
entre tus cabellos.

Camino tropezando
con las juntas
que los adoquines
marcan como fronteras.

A cada paso
soy más de este mundo,
y menos de donde vivo.

Recordar nos hace
vivir lo que pasamos
con la visión de la experiencia.

Alborotando la escasez humana.

Me siento muy pequeño
ante eso de la estacionalidad
de los elementos no controlados.

Parece que todas las astenias
pasan por mi sin pedir permiso.

Aquí en el mundo no pasa nada
salvo que nos matamos,
nos estafamos y mentimos;
por lo demás todo ocurre según
exigencias de la tierra.

La arena de la playa
se disfraza de segundos.
La arena del desierto
es el tiempo lento,
mientras, la lluvia
riega el árbol
que plantamos tu y yo.

El último que quede,
que de la maya por todos.

Mientras el espanto campa a sus anchas.

Ahora que todo ocurre,
lo apuntamos con horror.

Mañana sabremos
que la memoria,
es un cuaderno
extraviado,
o peor...

crearemos listas
inútiles de cosas
por hacer.

En el forro de la piel.

Ahora que tengo pelo
hasta por la ilusión
que mana de mis sentidos;
quiero seguir la trayectoria
inmutable de lo que he pactado
conmigo mismo.

Sentir el dolor como aliado,
imaginar que la vida
es el acertijo que revela la muerte.

La oscuridad es la ausencia de color, o el nivel bajo de un color dominante.

Puedes insultar
cualquier cosa de este mundo:

siempre pensaré,
que llamas a las cosas
por el apellido
que te dio tu estirpe.

Como yogur
a media tarde,
mientras enyeso
la pared del universo.

Todos los muros
son de lactosa;
hasta el de Berlín,
incluso la muralla
china.

Algún día caerán los nuestros,
y el color será tan solo
una unidad de imaginación.

Tirando piedras a un estanque turbio.

Rebusqué acertijos
para coleccionar
un montón de dudas,
que no deseo resolver.

Moriré lleno de preguntas,
como si una plaga de piojos
me devoraran con sapiencia.

Insistí en coleccionar
acertijos, jeroglíficos
dibujados en mi pecho.

Cuanto menos acierto,
más sé.
Cuantas más preguntas,
menos palabras.

Ocasionalmente
los silencios
son como un rescate
de la muerte.

Callar no otorga,
callar me evita a mi mismo:
ardua tarea de un egocéntrico constante.

Causas perdidas que encuentro entre los pliegues de mi toalla.

Yo me miro
como causa perdida.

Tengo sembradas
flores que no brotan,
pido a la tierra
que se corte las venas,
para que suceda,
siempre, la vida.

Me he cosido
una capa de punto bobo,
siempre creí ser un super héroe,
mas no supe ser consciente
que soy super tonto.

Ahora tiño
los pañuelos
de verde.

Algún día
la despedida
será una esperanza
para que llegue
lo que imaginamos
cuando nadie nos ve,
y estamos frente al espejo
del baño, antes de ir
a la ciudad a agotarnos
entre cafés y por qués.

En realidad, también
finjo ser lo que no alcanzo,
mientras me seco tras la ducha,
y juego.

Yo mimo
mi causa perdida,
por eso abrazo con furia,
las despedidas.

Respuestas de un eco carnal.

Soy un apátrida.
Un renegado residente.

La bandera no entiende
de espíritus.

Resilio desde mi dolor
al dolor del mundo.

No tener techo,
hace que mi entendimiento
acepte al ser humano,
sin serlo...
tan solo en ocasiones.


Despertar a la realidad, es vivir en el mundo que no compramos a los que intentan crear un mundo distinto al que nos pertenece.

Sueño contigo
en medio de un prado
verde,
repleto de naranjas.

Como si soñar
fuese un zumo
que desayuno
al mirar el horizonte.

La verdad que nos piden
vive en el beso que damos.

Intento no tocar el suelo.
por eso vivo siempre en este mundo
y no en el de ellos.

Bebo como una bestia,
para huir de lo acuciante.

Bebo sin hielo,
bebo sin remedio;
por eso me exprimo
mientras duermo,
para derretirme
con tu beso.

Sentina de lodo y almíbar.

Ruedo cabeza abajo
y subo.

Embarranco con mis huesos,
y encallo con el corazón
que me mantiene vivo,
sin saber como algo tan duro
es capaz de negociar con mi sangre
eso de mantenerme.

Navego por todas partes.
Sólo encuentro libertad,
cuando llego al puerto
de mi boca
y digo la palabra,
la que sea,
la más angosta.

Torres caídas al soplo de un tropiezo.

Nunca corrijo
en eso que yerro.

Me equivoco
y me humanizo
por ello.

Vivo en entrega
de todo lo que arde.

Llevo una piedra
conmigo, es la misma
con la que siempre tropiezo.
De mi herida abierta,
brota sangre
que no es mía,
porque equivocarme
es empatizar con el error
que tú cometes,
y no lamentarme
de la existencia.

Rasco con mi dedo las etiquetas, buscando el premio que no llega.

Tengo cien vivencias,
una vida,
y mil ausencias.

Recuerdo de manera fácil
todos los que se han ido
los que ya no están.

Miro hacia arriba cuando duermo
y te veo, abro los ojos
y no te observo.

Al contrario que el gato
tengo siete muertes,
que exprimo en los bares
mientras miro el reflejo
de mis ojos en lo que bebo.

Me mato cuando trago,
soy parido por las puertas
al salir a la calle.

Todas las noches son iguales
todos las aceras hablan,
dicen que me cuidan
porque quieren mis muertes
para ellas,
mientras para mi, todos sus males.

Mirando el cielo que piso.

Cuento mi desesperación
por los arañazos
en mis paredes.

Mi ciclo es como el disco
que rayas de tanto escuchar.

Cuento como el preso
las marcas de la pared,
grafitis insensatos
dentro de cuatro paredes mudas.

Cuento,
esa pieza imaginaria
que relato por lo bajo,
mientras todo es un disfraz
inevitable de sensatez mugrienta.

Dentro de la piel hay un reloj que pocos miran.

Para que el movimiento
sea lo más exacto,
has de prever
cuando el parpadeo
arde sin asunto, ni creencia.

Has de poner el pie lentamente,
y la vida florecerá
en medio de la ciudad
ruidosa y repleta de mugre.

Parpadea lentamente,
el secreto es hacerlo,
saber que lo haces.

Mira a tus lados,
como si miraras hierba,
árboles,
abejas,
mirlos,
lobos,
e incluso peces
que nadan por el aire.

Mira y avanza,
en silencio,
como el bicho raro
de la selva.

Con el corazón
a punto de reventar,
para llenarlo todo
de vida desparramada
por las esquinas sucias.

Como el semáforo
que se te pone en verde
a todas horas,
en cualquier momento.

Viaje al silencio

Cubiertas las estancias
solo nos queda
la duda acuosa
de no ser nada.

Imaginada compañía
que genera llaves
a todas las puertas,
se cansan las preguntas
de no ser resueltas.

Tropiezos a expensas del hambre.

Cuatro clavitos
tiene mi cama,
mis dos ojos
me vigilan.

++++++

Escribo
porque la vida
es una ecuación
y yo soy de letras.

+++++++

Siempre que alguien
se va,
mi corazón
hace como las lavadoras;
desordena mis calcetines
para dar un tras pies
tras tres tristes dudas.
Esas que desgranan
la vida con prisa.

++++++++

Sale el sol
sin pedir permiso,
como la sonrisa
exuberante de su boca
mañanera.

Punteo del hambre y el equipaje vacío.

He realizado
muchas impurezas
por buscar en el mundo,
como el que rebusca
en la basura,
el tesoro para el estómago.

Siempre deambulo
por el hambre;
una mentira callejera
para mendigarle besos,
y beberme con ella
una cerveza.

Capitulo solitario de dolor confuso.

Suspira y lee.

Embebida en la lectura
no es consciente del viento
que le mueve el pelo.

Dentro de su pecho,
en esa caja, corren las aventuras
que las letras describen.

Suspira,
gesticula,
mira al horizonte...
dibuja un mar
en medio de la ciudad
decadente.

Como cerrada al mundo
pero con el corazón entreabierto
descifra el infinito con el número
de páginas.

Suspira y lee,
la vida es un libro,
vivir una lectura.

Ecuación para sombras sin nombre.

¿Para qué sirve el movimiento?

Es una constante,
sin espacio que resuelto
sin pregunta
resuelvo con

l
i
r
i
c
a.

El movimiento
transaccional
de lo emotivo,
lo emotivo
como movimiento.

Delante de mi casa
hay un jardín quieto,
en medio del jardín
todo es movimiento,
lo visible
y lo imperceptible.

Viajo como movimiento,
descuido lo quieto
que se mueve dentro de sus emociones
por eso me ataca
y mientras, yo...
me muevo
me muevo
me muevo.

Resuelve la ecuación
de este movimiento.

Me muevo entre quietudes,
y el río pasa tranquilo
por el jardín quieto.

Busco entre la hierba,
pequeñas lespedezas,
para tu pecho.

Ave Fénix congelado por acción deshecha.

Mi fracaso es una constante
que se ha convertido
en constancia en medio
de la esperanza.

Así llevo en el alma
el no abandonar,
porque por el abandono
llevo en cuesta,
este recurso dejado,
para lo que hago,
fuera de una guerra perdida.

La constancia de un fracaso
es el método de la vida,
así como la muerte,
el mejor remedio,
para el sufrimiento de la existencia.

Vitalidad entrada en carnes con emociones que acarrean piezas rotas de un juego con cartón en su alma.

Se me rompen los dedos
y parto en dos las euforias
de los hemisferios extraviados.

No tengo en cuenta
ninguna historia,
siento a todas horas
una soledad que no cesa.

Ya no hay pinturas
en medio de las calles sucias,
ni besos manchados de cerveza,
ni alientos con aroma a tabaco,
ni drogas que abran nuevos
imaginarios para deshacerlos
con la desesperación
creativa; esclava
de la autodestrucción.

Me gusta perderme
en la clave inexacta
de las palabras que lanzas
como si no supiera
lo que dices.

Joder,
ahora estoy atrasado
en medio de un reloj parado.

El sentido de la existencia
es la arena descarrilada
que busca un agujero
por el cual caer...
como yo cuando te imagino
mientras muero en un reloj
de arena mojada.

Esfuerzo de la molestia supina.

Tenemos lo mismo
que todos tienen.

Muerte deletreada
y vida destinada.

Cadáveres humanos,
las piezas óseas
que nos sostienen,
son testigos del interés
de una conducta enferma.

Reparando los pasos con barro del dolor.

Despego mi espalda del suelo,
tapo mis grietas con el barro.

Resiliente me encamino
de nuevo a mi propia
encomia de tapar
aquello que duele
con la belleza cercana.

Soy como el cuenco
roto entre tus manos,

Llegué roto y me armó de nuevo,
llegué partido y supo usar
el pegamento que sus heridas
traían, jamás escuché queja
mas sí un canto que se elevaba
por encima de nuestra soledad.

Entradas con traspiés dentro de una humanidad que apesta.

Mi consciencia
se levanta dentro
de un contratiempo
que no está en su era.

Recambia las piezas
que le faltan,
por puras faltas
de ortografía callada.

Amasa espacios
callados que resultan
resolver laberintos,
sin tierra ni hierba.

Se debate entre ideas,
pero nunca, ninguna, gana;
únicamente se juzgan
entre voces huidas
del sentido común,
que baila lejos
con los que lloran.

Caer con cara de decepción
es tener la sabiduría
de una lucha sin cuartel.

Rapsodia de símbolos que representan el fracaso de la sangre sobria.

También pacto
conmigo mismo,
nostalgias con raíces
tan profundas
como los recuerdos de mi infancia.

Como el enso soy simple
a primera vista,
pero simbolizo todos los miedos,
y hasta los sustos
que guardo en mi bolsillo
son de color oscuro.

Huelga per se
que soy indómito
a mi reflejo,
por eso acabo harto
y maldito, colmando
calles ebrias de sustento
vetusto.

Despreciando las sombras de mis demonios.

Vacío
escupo en mis manos
las palabras que no escribo.

Peino mi pelo estirando
hacia atrás fuerte,
deseando apagar
todo lo que ocurre
de manera constante.

Me cepillo en silencio
apagando el fuego del pecho,
sintiendo en mi lecho
lo común,
de mi ego miserable.

Chupando el circuito exacto de tu lengua.

Deja que llegue.

Yo me encargo
de dibujar el camino.

Los bares serán una epifanía.

La vida un reflejo de lo usual,
comúnmente llamado experiencia.

Regañando al oído con espigas de centeno.

Muy alto.
Provocar la risa
en lo sospechoso.

Imaginé que todo esto era
una medio mentira
o una verdad con medias.

Desde el albor,
cuento las hojas
caídas, en los idus,
que agosto vomita.

Pacífico, acepto la única verdad del destino.

Apenas roza
el tiempo
mi piel rota
que imagino
en nada,
un breve olvido.

La medida del peso
debiera ser el beso.

Todo el mundo muere
agonizando,
vives por un buen gesto.

Desciendo bajo el cielo
con una taza de café, solo.

Callejero verde, en ciudad gris. Adagio de esperanza para almas sin sombrero.

Mi curiosidad por encima
de mi imaginación,
me permite
mantenerme vivo,
y dentro de este paréntesis
que no cesa de sorprenderme.

Vivir es descubrir
mas hasta que llega,
imaginas esperanzado,
caminas curioso,
sufres dolor y lo pintas,
en paredes ajenas,
como un grafiti de abandono.

Luto a la esperanza.

Salto charcos,
y los coches me salpican barro.

Las aceras son grises,
el camino nunca el mismo.

Llevo una maleta de llena de crisálidas,
quizá algún día revoloteen mirlos
al aullido del lobo.

Rescatando inmersiones de un sable oxidado

A solas
bebo los restos
de mi cerveza.

El bar es un campo de muerte,
una matanza de los buenos sentimientos.

La parca corre por mi espalda
con dientes de papel escrito.

Se abre una brecha en mis genitales;
incurable, busco el reducto de escozor
que malcure mi rabia.

Aún estoy vivo,
todavía la sordidez
aviva mi sexo.

Voy a mear en tus pies
como un lobo enajenado.

Parnasos a un apolíneo desbocado.

Entra,
abre la puerta
estás a solas
ante el hastío.

Todo es de color
naranja,
cuando tus ojos
se cierran.

Arrancate un dedo
y tíralo a un precipicio
sin nombre.

Confundo
la linea de tus caderas
con el uniforme
que visten las praderas.

He alineado los ejércitos,
esta noche
voy a acabar con  todas las guerras.

Voy a hacerlo todo
sin tocar,
voy a hacerlo todo
interpretando.

Vuelta a un precipicio eviterno.

Tengo un cielo en los pies
un infierno en mi cabeza.

Vuelvo a observar las copas
de los árboles rascar
con insidia un viento
de azufre y uva.

El miedo anida
en mis manos,
y vuela libre como el  mirlo,
al componerlo en letra
en una partitura de arrojo.

Diario no escrito, peripecia continuada.

Mis ganas
son las de tener
de nuevo
nueve años.

Sentir la muerte
como suicidio
de la vejez;
que la sangre
sea la transfusión
de mi propia
reencarnación.

Revivir es hacer
plastilina,
de las patas de gallo.

Vivir es una emoción
constante.

Llaves de cobre para una ceremonia negra.

Tengo un parásito
entre mis uñas.

Viaja hasta mi cuello,
traga licores de sueño.

Me pica,
y rasco escribiendo esto.

Ando envenenado
con mi sangre,
mi parásito
ha formado glóbulos.

Tengo un parásito blanco,
me ama...
lo mato con tus sesos.

Saliendo de un bar, y buscando otro a unas horas demasiado pulcras.

Obtengo un giro
maldito en su medida.

Clavar a base de sufrimiento
la imaginación desarrollada,
es como pinchar una aceituna
con la fe de que es oliva.

Voy a cambiar lo que no es mío
y poseo
por décadas de labor trágica;
así tendré más poco de lo que quiero,
y mucho más de lo que no deseo.

Es cuestión de agarrar
lo que no es nuestro,
creernos los amos de aquello
que está por encima de nuestros deseos.

Caminar hacia delante:
pisar cristales
con decisión definitiva.


Cartas confusas que anidan en voces llenas de bosques.

Ahora caigo en la cuenta,
mis credenciales
son los peces muertos.

Entiendo la pérdida
absoluta de los recuerdos,
como una venganza de la vida
al entrañar tanto olvido.

Imaginas que es fácil
todo esto,
pero en cierto modo,
advenedizo tus brazos
como la recepción
indisoluble de todas
las dudas que en el mar
residen.

Mi balcón está siempre abierto,
y las ventanas,
las persianas están subidas
para que entre la luz
y la lentitud de la noche,
no existe una sin la otra.

Todo esto es porque en mi casa
siempre he hallado una minúscula esperanza.

Mis credenciales son peces muertos.
Ropa sucia a diario,
pelos en el lavabo,
zapatos con la suela gastada.

Siempre que sudo
me acuerdo de los niños robados
que lloran sin su madre.

Mano acariciando tu pelo.

A mi me despeina
el viento que nos da,
cuando recogemos
la soledad
que sembramos,
al besarnos.

Tú y yo,
pronombres
fabricados
con voz de aliento.

Eterno juego
de lenguas,
con idioma
trastornado.

Cabeza de agua en medio de un jardín de jacintos fotografiados.

Tiene la hierba olor trágico
de sentencia.

Por el campo abajo
el valle parece un accidente
de muerte y sangre.

Desmedido silencio,
inenarrable amor a lo parco,
todas las manzanas están mordidas,
ninguna ha gritado cuando le arrancan
la escarcha.

Visito vuestras casas,
orino en vuestros salones
mientras leéis
este espejo de piano suicida.

Voy a pedir limosna.
No quiero monedas de oro,
tan sólo vuestros llantos de esparto.

Mañana habré roto vuestras caderas
de imaginación sin plegaria.

Profundo medley.

Muy despacio.
Así, como si hicieras algo
que fuera a durar mucho tiempo.

Tómate tu vida como un espasmo,
disfrútala como si cenaras
al borde del universo.

Así muy despacio,
escucha la ciudad...
está llena de trombones
melancólicos,
de trompetas lloronas.

Puebla el gris asfalto,
todo lo que imagino.

Soy animal urbano,
el acoso de un sistema,
falleció en la memoria
de los betamax.

Peco, pecado...
adoro las pecas de su espalda,
las cuento, las beso.
¿Pecamos?

Muy despacio.
Así haremos que todo esto
dure mucho tiempo,
mas sea intenso como ese espasmo
que recorre nuestra historia,
en la intensidad del orgasmo.

Preguntas sobre dudas indispensables.

A menudo soplo
con fuerza
para expulsar
fuera mi profundo
y enajenado
misterio desfogado.

Camino chiflado,
bebo sólo,
mutilo mi recuerdo
en función de lo vivido.

Compongo luces
sobre sinfonías ebrias,
como en el circo absurdo,
río a carcajadas de mi tragedia,
sorbo con furia
una cerveza.

Plata sobre un pecho débil, la diana no entiende de dardos.

Mido el tiempo desde que inicié
el bajo infierno que me he fabricado,
obtengo una masa de pan
rellena de fuego.

Luz de luna, flexo de todo esto.

¡Oh! miseria pasada,
fruta melancólica del presente;
te muerdo en ocasiones por las noches,
a solas, y adoro ese amargor
de sangre podrida por la exposición
de la despedida con un adiós fabricado
en frío.

Tengo pendiente para las orejas
de todos vuestros sueños,
malditos mortales que tenéis
el poder de callar la furia,
una bala,
para romper vuestro espejismo.

Mañana vendré con un canasto
de tallos,
las flores las habré devorado
para hablarle a los míos
que no sois vosotros.

El fuego es la riqueza del que no tiene nada.

La hora exacta de la aclamación alineada.

Como en un duelo al atardecer
me enfrento al sonido
imaginando el mundo,
que gira, de manera inversa.

Los peces tienen su propia
sinfonía de los pies en la tierra,
los hombres necesitamos
apósitos para movernos entre
pentagramas lejanos, a nuestra
naturaleza tosca e hirsuta.

Prefiero moverme como pez
en la tierra,
ser ave libre bajo el mar,
o gota de río, en medio
de una selva, confundida con el rocío.

Mezclarme de manera natural
como si se me cayeran las hojas,
en puesto del pelo,
una vitalidad confusa
para todos los que me miran,
para todos esos que nos quieren
como motivo de sus engaños.

Aquí lo dejo:
nosotros los confundidos
nos mezclamos,
somos mimesis viva del agua,
de la madera, de lo cotidiano.

Hemos ardido demasiado
para ser nada.

Marcando con tiza equis de vida.

A veces voy tan ebrio
que sueño sentado
en una silla
a la par que envuelvo
mi corazón en las cortinas.

Ocurre siempre
cuando se me divide
lo que pienso,
porque multiplico
mi dolor por el inventario
del olvido.

Todo es una farándula
sobreactuada,
viajamos con equipaje
cuando es mejor convertirse
en iridiscencia contra el futuro.

La alegría tiene una sombra, la sombra una tormenta, la tormenta un caldo de color cultivado en tus ojos.

Tengo tres de mis dedos
acabados en punta
con tinta negra.

Aunque todo el dolor,
a veces suda tinta,
el negro es capaz de escribir: verde.

Miro al frente durante
horas.
El mundo es un pozo oscuro,
la vida una cuerda y al extremo el cubo.

Saco colores y pinto,
pero es mi oficio el escribirlos.

¿Qué color ves ahora
cuando acaba esta suite amortajada?

Sigo escribiendo en negro sobre blanco
la expresión: arco-iris desesperado.

Inclino mi agitación, en la minusvalía desencadenada, por la zarabanda furiosa de una muerte angustiada.

Tumbado en la cama,
inquieto,
una especie de ciclón
dentro de mi estómago.
Creciente de sueño,
mas aun,
destrozado.

Incorporo mi espíritu
por encima de mi cuerpo.

Endemoniada danza
del furioso sonámbulo,
como un autómata
busco a : El hombre aproximativo.
antes escojo la Oda Plutoniana,
todo exceso es poco...
vuelvo presto a la cama.

La irascibilidad inconformada,
me arrastra, de nuevo, a la librería,
agarro a Tzara... como la caja
de Valium.

Esta noche, el insomnio
no es claro,
la guerra es pura esquizofrenia.

¿Dónde esta mi Pesanervios?

Vivir es un padecimiento continuo,

La fe es una errata,
que escabulle ilusiones
por el sumidero, hasta la charca.

Ni Artaud,
ni Cezanne,
ni absenta,
ni Tzara.

Esta noche es locura,
en el mismo precipicio
que anuncia la letra
escrita por una vez,
como la ropa tarada.

Siniestro lápiz de labios; que dibuja mi nombre en ascensores.

Abro esa parte
de tu mejilla,
la que ocultas
con la palabra: flecha.
Guardo un arco,
mi espíritu de hombre
es tu diana.
En plutón,
no existe destino,
pero hasta él
llega el ruido
de nuestra guerra.
Diluvia siempre aquí dentro.
Una bandera ondea en tu pecho.
Tengo un par de veces tu vida,
micro relatada, en el párpado
de mi timidez no escrita.

Lo mojado es lo que empapa el agua, la lagrima lo que provoca cambio.

Todo cabe en esta vida,
hasta esa avenida por la
cual corre
la muerte advenediza.

La vida, esa apología
de vesanias.

La angulosa circunferencia
del error continuo.

La vida, esa fecha extraña,
esa imagen continua,
esa moneda que encuentras,
este momento que vives,
lo que te sucede constantemente.

Dualidad de experiencias borradas.

Verte es chocar
con mi vida.

Maldita belleza, infernal paisaje.

Proseguir con mi carga,
es concienciarme del oxímeron
que, traza pasos en esta infernal
vida perecedera.

Lamo cada estambre de tu boca.
Polinizo mi escritura,
a cada uno de tus besos.

Quiero vivir,
con la muerte
creada, por una eternidad,
de belleza presente.

Posibilidad amplia de una desidia.

Es un caracter
inimaginado y perverso,
la mirada del ojo sangriento.

Pienso en medio
de la inscripción del mordisco,
no en el daño,
si no en la cura.

Casi todo
llega ayer,
pero se le engaña
con el mañana.

Llueve dentro y fuera no se oye.

Intentando mantener
el equilibrio por las calles.

El mundo se mueve demasiado.

Dicen que el truco
está en taparse los oídos,
pero hasta los golpes
tienen su melifluo.

Treguas dentro de una ficción.

Junto al bosque,
encuentro miles
de besos en forma
de hierba.

Dentro de la ciudad,
hallo millones de páginas,
con sabor a olvido.

Detenerse no es dejar
la lucha,
tan solo es pausar,
y reestructurar la pauta.

Observé dentro de mi, que no existe diferencia con lo sagrado.

Deambulo con dos signos.
Cada uno
en una mano.

Uno me aclama,
el otro me desespera,
por uno canto,
por otro me muero
en cada hebra.

Quise estudiar lo más sagrado,
y solo aprendí,
que dentro de los dioses,
nada más hay, que corcho blanco.

Haiku del equinoccio.

Resuelve tramas
en medio de la noche,
es su riqueza.

Incredulidades, al pie de una decisión hirsuta.

Mi pauta como la vuestra,
es la del silencio
en medio de la partitura.

Mis intenciones
las corcheas
que ascienden
por el tibio río del mundo,
ese que su agua es miseria.

Podríamos descifrar
o,
jugar a hacerlo,
las adivinanzas
que guardan nuestros
ojos, para no entrar
en el pecho,
pero entonces,
todo sería aburrido.

Me gusta ser compuesto,
llegar con mi propio sonido.

Lenguaje amarillo, cuentos rellenos de largas madrugadas.

Practicarte el arañazo
como sistema,
de cohesión territorial.

Nada va a liberarte,
del castigo
dictado por el sueño
que muere en pequeñas
dosis.

Tan sólo
tu decisión,
alejará la guerra.

Tienes una sonrisa
tan infinita,
que su nombre es:
eviterna.

Ahora suicido
mis horas,
acurrucado en tus brazos.

Entrega de los resultados en una ciudad imaginaria.

Saboreo tu respiración,
como una dosis
de inconsciencia.

Entro con ella,
en un parnaso
de lisergia
no comprendida.

La diferencia entre el yo,
y el ego,
es un estudio;
de la coral que nos rodea.

Apático redondeo tristezas, espero.

Vendo esos pasos
que no doy en tu ausencia,
soy como un río.

++++++

El borde de mi vaso
es un estigma,
muero al trago
del vino asustado.

+++++++

Nunca llego
al término de la búsqueda,
encuentro en la senda
el agua que sacia,
mi melancolía.

Amar el sabor, sin especiar su entorno; es dilucidar una existencia pura, y efímera.

Borracho bajo
el alma del parque,
bebo cerveza
de manera irremediable;
he descubierto la pena
humana,
y no merece ser eludida
sin el concepto propio,
de su misma existencia.

La felicidad es una garza
que bebe del lago,
hasta que siente el espanto.

Yo también alzo el vuelo,
cuando el viento,
despoja al loto.

Jaulas repletas de sonrisas, en medio de un palacio de oro.

Descubro cierta suavidad,
en todos mis insultos,
la sutilidad es compañera
de la inteligencia,
no encuentro ironía
que desista ante la ignorancia.

He divagado mucho
en medio de la nostalgia,
parte de la vida que hemos vivido
y no debemos negar.

Reírte de tu tristeza,
al rememorarte en el pasado,
es como soltar una sonrisa
en el entierro de tu mejor amigo,
al revivir aquel momento.

Ahora las oropéndolas,
forman un anillo de oro
que ya no visto,
conviví con muchas aves,
que nunca volaron al paso
de mi belleza despreciable.

Trasiego dentro de una rutina.

Todos los meses,
tienen su doble
augurio de tristeza.

El óbice renace,
a cada paso inseguro
que damos.

Creemos que el tiempo
es un torpe objeto,
cuando en realidad
es una constante clepsidra,
que nos moja y empapa
de advertencias.

Llueve, y el tiempo sigue.
Te sumerges en el mar,
y no se detiene.

Es la verdad universal,
el severo viaje,
de experiencia y muerte.

Descendencias incandescentes, que viajan entre nosotros como legado propio del horizonte sin fronteras.

Elevo el ancestro
de mi espíritu,
hacia la cadencia absoluta
del crepitar de mi pasado.

Ebrio de almizcle y deseo
viaja mi corazón,
sentado en una nube
de sake.
Van poco a poco
colmando las calles:
latidos como Bhangra,
sangre como Taala;

Todos los números,
ahora son ritmos.

La mirada curiosa,
conquista,
la aviesa envidia.

El amor es una moneda
que rueda calle abajo.

Las bicicletas se inventaron
para transportar,
corazones inmarcesibles.


Pantanos que fluyen, corrientes inertes.

Puntúo mi trayecto,
como un dictado inverso.

El alma es un bolsillo,
en el que no me encuentro,
tan solo hallo lo vivido.

Podría encontrar,
la inmensidad reducida
de todo lo que queda por sacar,
antes de que la saturación,
venga con hoja afilada, espacio doble,
y arial del 12.

Vine para no pensar,
incluso para no sentir.

Pero en medio del camino,
encontré un hueco,
que por mucho que desee,
no lleno.

Cuchillos ensangrentados, dentro de mi imaginación salida.

Mi corazón
todavía es un salvaje.

Lleva las muescas
de mi vida desaforada.

Me sorprende que aún
siga latiendo,
para mantener mis pasos
dentro de esta cuerda.

Es el que más cree en mi,
gracias a que ella me mira.

Tirando monedas al cielo.

Tengo guardados
tres momentos,
que olvidé vivir.

El deseo es fuerte,
pero el tiempo
va hacia delante.

Ya imagino que serán más,
pero los minutos,
son canciones
que tarareo
y aunque pasen,
queda una melodía,
que silbo de manera inconsciente.

Con las uñas derrumbadas, por no rascar cuando me desespero.

De tan despacio
que camino,
no puedo contar
los árboles del sendero.

El ginko, se cubre
de aire y sufre.

Me recuesto
en la hierba,
junto a un campo
de cebada,
nada puede detener
este suspiro
que se atranca.

Terrón de sal, en mi vaso de leche.

Navego inquieto
por tu saliva,
remar contra corriente,
es ir en busca,
del beso que he perdido.

Soy el pleonasmo
sugerente,
de mis desidias.

Quizá mañana,
encuentre mejor
remedio a estos días
tan concretos,
tan vacíos.

Ojalá que todo
sea pleamar,
al mirarte.

Violencia dentro de mi cerveza.

Todo es simbolo,
muestra de un relleno,
libre interpretación.

Nada es acusable,
salvo la excepción
no imaginada.

Miro el fruncido,
abandonado y vetusto
que navega en la noche,
vivir es una oscuridad
a plena luz.

Cuenta atras, k.o. desesperado.

Encuentro en mis días
tus gritos de anhelo,
sufro viviendo,
todo lo que te pica.

El sueño es asesinato,
del deseo.

Por esto boxeo
y pierdo,
en cuartos de baño,
noches extraviadas,
en las que beso
el suelo.

Dudas sobre lo incubado.

Y que todo,
acabe en nosotros,
y no sabéis que somos,
la vida inyecta.

Como la vacuna,
creemos ser antídoto,
pero somos el virus.

Nuestra experiencia,
es lo que deseamos
matar, con vacunas...
esas que estudian,
para detener
virales que nos infectan.

Lo más humano
es la enfermedad:
por eso nos matamos.

Concubino de lo advertido.

Aún mantengo,
algo de fuego en mis tripas,
esas que guardo a hurtadillas,
en el cajón de tu mesilla.

Esta mañana fui a regar
las plantas con mi tos,
nada es lo que era.

Me descalcé y hundí
los dedos en lejía,
mis pasos son negros:
todavía.

Re-morir bajo un sol sostenido.

Oigo el parloteo
del cielo,
todos los días
son un implacable
destino incierto.

Venimos de un estado
mortecino,
y viajamos a una muerte
segura, con la inseguridad
del minuto ordinario.

La vida es ese cartel de descanso
en la puerta de la tienda,
parentesis de consciencia
en medio de ambas muertes.

Vivir es comerte un bocadillo
en el recreo,
con aquellos
que son de tu pandilla,
mientras ríes y amas.

Contestando ecos, de tu corazón gaseoso.

Cuando se torma todo
en ceremonial de té,
viajan hasta mi,
una manada de espíritus,
con la costumbre
entrelazada,
en una imagen absoluta
de nocturnos y precipicios.

Canciones que escuchaba con 8 años, parsimonioso deambular.

Como un anciano
bajo la luna,
permito que la lluvia
realice su laboriosa
melodía del vuelo,
ausente de espanto.

La reflexión ante el vino
se convierte
en filosofía absoluta
de los amantes;
que como mariposas,
ocultan sus rasgos
al ser crisálidas.

Todos tenemos un espejo,
un blues,
y deseos no realizados.

Bebo vino oscuro,
como café negro...

olvidé que todo el mundo,
como yo,
se entristece en la ducha,
y camina bajo la lluvia.

Ayer, hoy, y día siguiente..
consecuencias inherentes,
causalidades abyectas.

Tierra verde, verdades en medio de la gravedad sin fuste

Reparto mi contenido
entre mis propias
resurrecciones.

Piénsalo
por un instante...
lo acumulado
es un peso extraño.

Mejor llegar a la meta,
con el peso del sudor,
entre tus manos.

Cacheando tu pelo, voy encontrando sentido.

Conozco todas las noches,
esas que cuento con mis huellas
dactilares.

Intento dejar marca,
para volver sobre mis pasos.

Hay momentos en los que todo parece
vano,
entonces no esperes que la vida te sonría,
antes de que la muerte
te robe, sonríe y corre
hacia delante,
atrapando esos segundos,
que fabricas
con la esperanza perdida.

Resumen del canto, en código binario.

Rompí una botella de cerveza,
empapé todo el coche.

Tuve que volver a la tienda,
el chino me miró con mala cara.

Me corté la mano,
limpiando cristales.

Hay días vacíos,
que no me sale nada.

No encuentro nada,
en mis libros viejos.

Perdí todas las fotos
del colegio.

A penas siento,
esto que escribo.

Seguro que en el infierno,
hay días igual de nublados.

Trina el cuervo, sin saber que es murcielago.

Porque en medio
de la noche,
brilla como un rayo
la soledad borracha.

Vacié mi espíritu
y ahora no tengo
estado.

Descalzo en la madrugada,
busco la vida,
mientras me mata
lo vivido.

Senda zigzagueante,
abandona tu afición
a ponerme zancadillas.

Centrifugando el sudor, que me provoca la rutina.

La dirección.

Todo nos lleva y conduce,
a veces también te pierdes.

Huelo en tu pelo,
cuando bebemos en los bares,
el sexo mañanero.

Vivir es una carcel,
por eso comparamos
el corazón con un globo.

Fui parido
por calles bipolares,
fui abducido por poemas
cargados de extrañeza.

Ahora bebo, y bailo;
a solas en la cocina.
Es harto complicado,
superar esta muerte diaria.

La magia, que vive en las penumbras de la madurez, es la tortura de avanzar a la muerte.

Ser invisible
y no ver mi reflejo,
al pasar por los escaparates
de la ciudad, donde vivo.

Viajar a saborear
la adolescencia,
y aquellos besos.

Tomarme las cervezas,
mientras cerraba los ojos.

Después de aquello,
todo es muerte continua;
vivimos,
vivís,
viven;
en un suicidio colectivo,
vamos poco a poco
matando el gusanillo,
asesinando nuestros vicios,
esos que nos van dando:
una vida sosegada.

Errores de suma, múltiples restas.

Me subdivido
dentro de esta estancia
tintada de gris;
color tomado del asfalto.

De lo partido,
genero varias ecuaciones
sin solución alguna.

Escribo fórmulas,
dudas, entidades,
mas acepto por no desaforarme,
que vivir es cuestión de números,
y la letra pura, el comprimido
que ocasionalmente evita,
la camisa de fuerza.

Incluso cuando ríen las montañas, prefiero no llevar sombrero.

Casa de porcelana,
bajo la lluvia fina.

Todo el desgaste,
es símbolo de vida,
cada arruga.

Ayer tomé vino
bajo la luna creciente;
hoy canto a solas
la melodía ausente.

Abrazos que abrasan, el corazón crudo.

Son diez diamantes
lo que coronan,
mis dedos.

Diez brillantes,
que cortan
mis dientes.

Ando desaforado,
sin hecho logrado.

Vivo como el joyero,
que mastica,
con oro falso.

Pin-ball con los ojos de mi sombra.

Tengo todo
metido en un bote.

Las ganas de lucha blanca,
el viento de los viernes,
la partida perdida,
el sueño incandescente.

Es una píldora
malévola,
que trago cuando bebo,
masticando cristales
tintados de vergüenza.

Recojo así lo que no alcanzo,
siendo una partida lujuriosa,
vivir con el dolor, de lo que sufro;
al soportarme a oscuras.

Dibujando muñecas de trapo, con el dedo mojado en ceniza.

Recluidas en un bote,
como café maltratado;
gotean mis ganas,
que he fabricado
como gotas de orina.

Te beso como si meara,
te recuerdo como esa gota
que tras orinar, calienta
en medio del bar,
la entrepierna que nadie besa.

Un goteo íntimo,
una tibieza secreta,
un lenguaje sencillo
que hablamos esos
a los que amar,
les mata mear.

Tapando con saliva, la herida de una pedrada.

Entiendo la vida,
como un sismógrafo
descontrolado.

Tengo todos los temblores,
incluso aquellos
que has olvidado.

He dibujado como adulto
y con pulso de niño,
un bloc de espanto,
al carboncillo.

la muerte está siempre serena,
aun cuando más vive

Verdades encontradas, en la mesilla de noche.

Aguanto el fuego
de la vela,
siendo viento
intransigente y vitalicio.

He inclinado palabras,
al borde de un segundo
eviterno.

Ahora desboco
mi furia,
a cada sorbo de cerveza.

El té de crisantemo
carcome mis entrañas,
al tiempo que huyo.

Suite presidencial, con vistas mudas.

Como los violines,
de una sinfonía inexacta;
aparecen adoptando formas
sin más contenido,
que una partitura,
fácil de tararear.

Como el que caminó
por las aguas,
vamos contra viento.

Nuestros profetas,
son muñecos de plástico,
en coches tele-dirigidos.

Diciendo que sí,
como el perro de la parte
de atrás del coche,
viajamos por carreteras,
y subimos por escaleras
de goma y chicle.

Hace años que leo a escondidas,
los mensajes de voz,
que dibujáis en el viento,
por eso escribo,
porque me llegan las lecturas
de aquellos que como a mi,
no nos leen, pero lo dejamos
escrito.

Un trastero,
un coche,
un voluntad,
una tetera con bilis.

Viajo fuera de todo,
con la ayuda de cartones
viejos.

Oportunidades,
insolencias...
Todos estamos bien,
como la familia ajena.

Llego blanquecino,
mojado,
nadie pregunta;
como a ti,
en ocasiones,
cuando has muerto
mas llegas a tiempo,
a la hora de la cena.

Una manta que brilla,
en medio de la noche,
no siempre es la felicidad.

Ya no hay más lugares
que las iglesias sin tildes.

Todo se ha allanado,
por la fuerza de lo caro.

Pulpa verde, vida caída.

Vivir en la extensión,
finita de un páramo.

Cavilar en el tropiezo,
reflexionar con
esperanza.

Lo malo de vivir
es, en ocasiones,
el hollejo,
pero siempre
se excreta,
o deshecha.

Pasando por calles que nunca olvido.

Tomo vino,
pues necesito
albores,
olvidados por otros.

Vivir despellejándome
los dedos con los dientes,
concluirme cada día
imaginando, que tu vagina:
vuela como una garza.

Plantillas de zapato, húmedas de destino.

Tengo una sensación de muerte
dentro del cuerpo,
que el mundo se queda enano.

Hay un trozo de cerebro,
que no es mío,
y domina mis días.

Quisiera acabar,
con lo que me gusta,
pero lo necesito.

Nariz roja, sin heridas de sangre.

Entrelázate;
sé como el cordón
de tu torpeza.

Déjate caer,
tropieza,
riete de ti mismo,
antes de romperte la crisma;
es la mejor manera
de ahitar tu sardonismo,
antes de que sacien,
con tu ridículo,
su ironía.

Tramando asesinatos, mientras siembro bulbos para verlos crecer.

Abúrrete esperando,
eso que no llega,
y tanto deseas.

Desesperate,
bebe cerveza,
maldice al cabronazo
que lo gestiona,
pasea, entra en los bares
como si entraras,
en cama ajena.

Mastúrbate,
ráscate la espalda,
córtate las uñas...

Tras esto, llegará,
entonces,
parecerá una mierda
todo el sufrimiento.

La desesperación,
habrá servido
de aprendizaje,
para continuar
sobreviviendo,
en esta carrera,
en la perra vida.

Al borde del taburete, la barra del bar, es una carretera por descifrar.

Sentido amargor,
las hojas caen del tallo;
un corto viaje.

++++++

No es alegría,
vino el ruiseñor solo,
ebrio y triste.

++++++

En los aseos,
las putas entonan
sus carcajadas.

++++++

En el presente,
nos llega el pasado,
ciego de futuro.

Muerte en el asiento 10, del vuelo trans-ansiolítico.

Agito mis manos,
nadie me oye.

Como el avión vacío,
cruzo el mundo herido.

Empezaría de nuevo,
pero sin mi, en mi mismo.

Cada vez es más difícil,
leer mi codigo.

Ahora grito...
solo escribo a solas,
con el escozor
de mi esencia.

Me conozco menos que tú,
y no me encuentro
en ningun diccionario.

Esa es, la peor de mis características.

Putas sin escote, bares como iglesias.

Borracho de cerveza,
aliento nocturno
y cargado de alevosía;
camino por calles
tan sucias que mis zapatos
huyen de la suela.

Ya no hay bares,
porque el humo: vive fuera.

Hemos aniquilado nuestros
ancestros,
para convertirnos en confeti
pisoteado, de un cóctel snob.

Algún día fumaremos opio
en compañía de niños,
pensando que es tóxico,
el pegamento del colegio.

El corazón es la herramienta cobarde.

Fino como el pellejo,
fuerte como su interior.

Deshace y desecha.

Selecciona y elige.

Empeñados en elegir el corazón,
cuando con lo que se ama...
es con el estómago.

La verdad nos hará tristes.

Los sueños
son carne picada.

Relleno de un corazón
esperanzado.

Soñamos,
sin virtud,
despertamos
en medio
de una realidad;
indefensa.

Soñamos con derecho,
a cumplirlos.

Sueños que son carne picada,
restos de otros sueños
que se cumplen,
utilizando los nuestros,
al tiempo que en el latido:
engordamos con deshechos.

Disfraces de una sociedad pervertida.

Hay siete fuentes amarillas
para cada melocotonero en flor.

Los bosques enturbian sus juncos
al trote de un ostro enegrecido.

Un jardín de bronce,
una llave de acero,
una puerta de latón.

Muerte constante,
trepa por el tronco
de un ciruelo,
un mirlo huye,
con el canto ronco.

Un vaso vacío de vino,
que alguien ha bebido;
el hombre es todo esto,
y aún vive, orgulloso de ello.

Enriqueciendo vacíos, con piedras muertas.

Podría hacerlo todo,
pero quiero hacer nada.

He decidido machacar
pasar página.

No voy a dar las gracias,
tan solo, seguir imaginando.

Voy a hacerlo todo,
como los demás,
pero al revés.

Yo me arranco las ganas, y cuento secretos al espejo.

Meo contra las flores,
el cielo y el viento.

Meo y grito
en medio de todo esto.

No cesa el ruido,
no cesa.

Meo contra todo,
siento que todo está
dispuesto.

El peor motivo,
es vivir con paciencia.

Auriculares de música sorda.

Vivir en contenido,
empaquetado como un espíritu.

Dos realidades que luchan,
para ser dueñas del continente,
imagina esa lucha,
y tú, en medio.

Es una voz estereo,
advierto una muerte,
parada, y sin marcha
hacia delante.

Tener un cuerpo,
con dos ordenantes.

Vivir en un epicentro
de voces,
aceptando a la garganta
que gane.

Vivir mudo de uno mismo;
cumpliendo contigo,
sin conocerte a ti mismo.

Viendo pasar el río, tiro piedras y sonrío.

4A diario
ne lo recuerdo,
tachando los días
en el calendario.

Me gustaría decirte
que tus ojos son dos luceros,
pero prefiero comerte el coño
despacio, a camara lenta,
penetrarte después decirte:
Nena, haremos de esto
una historia.

Bebo solo cerveza,
tu chocho; me alimenta.

Recorridos por la consciencia inerte.

Arranqué de tu mano muerta
un crucifijo de muerte,
con el que escribo versos
que arden sin suerte.

No hay nada que muera viejo,
la vida siempre está,
y es continua.

Solo envejece la muerte
porque no muere
y es esclava del tiempo.

Todo muere joven,
solo muere la muerte.

Circo verdadero de color negro.

Estar al borde exacto
de toda locura transitoria.

Imaginar que ocurre,
mas no sucede.

Formar parte
de una estampida masiva.

Morir con disimulo
mientras el mundo,
se ocupa en estupideces
para mantenerlo sin rumbo.

Aún mantengo
una fiera lucha,
de reyes, en mi copa
de vino.

Los bufones,
dominaremos el mundo.

Exprimiendo el conflicto, queda un zumo esperanzador que bebo de tu vagina.

Por el humo,
la cerveza,
los bares,
y el amor, canalla.

Bebo de la botella
y te beso.

Con estas cosas
sencillas, regreso.

Amalgamo,
amaso...
dentro de tus caricias
me pierdo.

Vivir no es fácil,
mas nos queda esto.

Peces sin branquias, inocencia de anzuelo oxidado.

Lo dejo hecho
y recuerdo doblarlo.
Mentiría si deshago
lo encontrado.

Bebo, y prefiero,
hacerlo a solas.

La muerte es
como cuando te miras
en un espejo, a solas.
Te sorprendes hablando;
imitando un éxito.

Luego vas; te duchas,
te matas; y piensas que eres
como el gel de baño,
una reencarnación,
el sufrimiento de la espuma,
que elijan tu marca,
mientras pides en la calle
lo que te falta de dinero,
para huir de tus sueños.

Tentando al universo, a retar mi locura.

Desacuerdo, sin duda.
El resto del mundo
se destroza en besos.

Sin embargo nunca
renuncio a espiar
al mundo, por el agujero
de la cerradura.

He imaginado tanta partitura
que fabrico mundos
sin esa estúpida sordera.

Semblanzas de jade, espejismos de poder.

Existe todo,
porque es arrebatado;
así como la nada
existe.

La cortina es movida,
el pájaro es cazado,
el vino es bebido,
la puerta es cerrada,
la vida es vivida.

Todo es un pasivo,
ejecutado por la muerte.

¿Qué esperas que no llega?

Yo espero con cerveza
en la mano,
a ser disfrutado de la vida.

Matando desnudos, la confusión abyecta.

Todo se estrella,
choca y se destroza,
estrellado el ansia,
el ánimo...
estrellada la esperanza.

Tan estrellado todo,
que hasta en el infierno
del confuso abrir de ojos,
veo un cielo nocturno...
un cielo estrellado.

De mayor a niño.

En medio
de mi mugre
está mi corazón.

No me reconozco.

Siempre he sido
un bicho raro,
un 4° de E.G.B
una pieza de exin castillo,
todas mis películas son mudas,
y aprendí a derribar castillos,
con las trenzas del hastío.

Añoranza del planeta, vaporizador de esperanza.

Todo me huele
a tu coño.

Las ausencias
de esta estancia,
las largas noches
rebozado a solas
en la cama;
traen el aroma
a mis dedos,
de nuevo,
como una efervescencia
desatada.

Todo me huele a coño,
ese aroma que perfuma
el mundo.

Humor rojo, sangre negra.

Escapo,
me escabullo
de lo aprendido,
creer en lo que no se ve,
es andar ciego de rabia,
por el mundo.

Siempre he sido,
de aprender
en los filos
conscientes,
del sufrimiento.

Quizá el mañana
traerá más miedo,
ojalá las armas,
dispararan esperanza.

Intenciones ocultas en géneres.

Sé como vuela la garza,
como destruye el fuego,
como atardece en el Egeo,
como cae la lluvia en Asia,
como rompe el mar, en Hornos.

Créeme si te digo,
que el escalofrío que recorre
mi sexo al besarte,
es un cóctel del mundo entero
al sintetizar la belleza,
que habita en este planeta.

Mañana te diré,
al oído, en secreto,
dónde está la muerte
cuando eyaculo contigo.

Esta noche... bésame;
quiero sentir la luz
en esta noche de invierno,
al borde de la copa de vino.

Nadando en un lago escueto.

Prendido del pelo
llevo vello de su pubis.

La noche se ha hecho corta,
el vientre está repleto
de esperma,
ella deja la cama y se peina,
el sol sale con desidia.