Al filo de un número no elegido.

No me gusta
elegir nada,
prefiero ser elegido.

Vivo en materia
humeante, onírica,
aspirada en frío.

Rompo y soy deshonesto,
con todos mis principios;
no me gusta
que las cosas acaben,
por eso rompo mi parto
en medio de esta confusión.

Capacitado para el dolor,
no tener destino
para huir sin principios:
hasta el final de la vida.

Bucle sin embargo de dudas.

Cementerio de plástico.
Sigo bebiendo cerveza,
es navidad y en la atmósfera,
huele al cloro del verano.

Todo es cíclico,
hasta la estupidez de los dias,
y lo colérico del espíritu.

Cumpliendo tiempos de la mano de un reloj cojo.

Como el loco,
descerebro mis ideales
por conocer mis sueños.

La pared no es mas que un obstáculo.
El muro tan solo una esponja
con la que froto mis costras.

El tiempo y hora,
existe de manera reiterada
en un lacónico espacio de lo imaginado,
equilibra lo real
con lo cabal,
ese es el verdadero reto.

¿Dónde guardas tus fantasías:
en los sueños o en los ideales?

El tiempo tiene dos lecturas,
e infinidad de interpretaciones.

Salta, la alucinación
es real si cumples contigo.

De la tristeza, la angustia y otros elementos de esta receta

Tengo todos los ingredientes,
hace tiempo que escapo
por el sumidero de la desazón.

Algún día comeré de los platos
dulces.

De momento, sigue el hijoputa
haciendo zumo con mi corazón
desgajado.

Aceptación del mundo

Cae la noche,
Las estrellas
resbalan al reverso
de su ultratumba;
el universo da la espalda,
sólo queda esperar
la tenacidad
de la esperanza,
mientras la muerte
visita mi pecho
de cobre,
al tanto que mi corazón
explota en tiempos.

Tardes como ovillos, melancolía que dispara a bocajarro.

Me disparo,
en medio de esta
luvia abatida.

Estamos interrumpidos
dando luz constante,
ora blanca, ora amarilla.

Vivimos encendidos,
solo el vago recuerdo,
de alguien,
volverá a encendernos
después de muertos.

Iluminación de una lucha sin fe

Se me repite
de un tiempo
hasta ahora
el mismo sueño:
me masturbo
metiendo mi polla
en un poemario
de Silvia Plath,
me corro entre la muerte,
eyaculo suicidios,
vidas que entre versos,
son la simiente escasa
de mi existencia.

Deshilachando nombres, en medio de la amargura.

Barro simpre
para fuera,
no deseo más
de lo que en mi hallo;
barrer para dentro
no es exacto
y menos conciso.

Todo aquí es simpleza
y por eso crea
complicidad exacta.

No hay más que lo que
hace falta,
algo de calor, un poco
de pan, sexo y cerveza.

No barro nunca para dentro,
prefiero hacerlo hacia fuera,
así comparto lo simple,
y con ello me hago complice,
de un universo inestable.

Melancolía de barrio bajo.

He aprendido
a contener la dulzura.

Todos los males,
vienen precedidos
de una carta bien escrita.

Por mi sangre,
viaja una incontenible
y exasperada,
pelea de perros.

Tengo el corazón
como el fonamulista
resbaladizo,
necesito el silencio
que rasguea en mi,
el toc, toc;
de su corazón en mi oído,
arrancando la frontera de su
pecho:
quiero hacer caldo con sus huesos.

Atajos a la memoria del deshuesado.

Tierra entre
mis manos.

Esas que de pasta
onírica,
amasa los huesos
destrozados
por el poema.

No hay peor
calificación,
que la que el necio
redacta entre palabras,
sin conocer
su pronta respuesta.

Desolado y con la mente llena de enfermedades, todo es un chorro de yodo.

Cada poema que escribo,
es una menarquía que disfruto.

Beberte en las calles,
al tiempo que menstrúo,
hasta el final de la ciudad,
en la que nos espera
una botella llena,
un plato colmado.

Sexo oral,
vientre desangrado.