Reencuentros en mi soledad, cuando el sol ha salido por un oeste erróneo.

Siempre desee ser una calabaza,
buscar una bruja buena,
ser la carroza que trota
por la noche, al borde
de una muerte programada.

Vivo en paralelo,
allí dónde los arboles
crecen contra el suelo.

Las lagrimas,
en este lado,
son contracorriente,
y la sonrisa es estar triste,
cuando menos lo esperas.

Es un lado extremo,
se opone a todo lo que existe,
aparecen personas que en el tuyo,
ya no viven,
hablo con muertos y otros que me invento,
y la locura la tiene quien desconoce,
desolando la vida con ignorancia.

Si vienes, hazlo con un cartón en la cabeza,
y cerveza en una mano, la otra, ya me encargo
de llenártela, con el reflejo de una mirada
en la mañana.

En ocasiones miro de reojo y creo que me siguen,
afortunadamente, nunca estoy solo.

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