Comiendo cerezas, a la hora del vino.

Lleva mis gemidos,
dentro de su vagina,
prendidos a la pared
de su útero,
con las chinchetas
de mis colmillos.

Haber lamido y mordisqueado su clítoris.
acariciar su punto "A"
porque el "G" es fácil,
con mis dedos, que son palos de escoba.

Lleva mis gruñidos arañando
su coño por dentro,
a veces se tambalea y se marea,
está envenenada,
y no sabe por qué le pasa.

Muerte dictada
en mi lengua perdida,
siempre vuelvo,

el sendero de la saliva,
es el agua suya que me bebo,
benditos fluidos femeninos.

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