Importancias en la reflexión abyecta.

Vivo en la muerte,
aislado de la palabra viva.

Como una especie
de animal raro.

Lamo la escarcha
del tiempo.

Me miro
y observo un puñado
de sensibilidades
ocultas.

Necias putas
no me valen.

Mismo,
mimo,
mismo,
todo es.

Lo mismo,
un aterrador ismo.

Tengo la idea
sembrada,
la riego mientras orino,
ahora crecen flores
en los paseos.

El amor es la parada del camino.
La muerte es la patada al cielo.

Ahora lloran todos,
y ellas cantan.

Horizontes con miradas, en medio de tu pubis.

Rezumando espuma
por la comisura desesperada
de mi boca,
abordo tu pecho,
para llevarme
preso entre los dientes,
tu corazón,
hasta tu vagina
de madre parida.

Lugar donde se juntan
las sangres del orgasmo
y del parto,
de mi boca,
y mi ansia,
para de esta forma
trasformar tu calma
en redacción prosaica
de mi irreflexivo aislamiento.

Echando de menos el colchón de casa, tus brazos, y que pases tu mano por mi pelo.

Me emborraché con un piano.

Los dos con mucha desafinación,
poca melodía.
Ambos sin ser tocados.

Ninguno llevábamos whisky
sobre la tapa de los sesos.

Noche eterna de bares,
canciones que no conoces,
bebes con quien menos esperas,
con quien peor conoces,
entonces llega el sol con su espada láser,
para quedarte compuesto
y sin música,
preguntándote otra vez:

¿Qué haces?

Catafalcos insondables.

Soy un amante
de la simpleza.

El dolor básico,
el sufrimiento evitable,
olvidar casi todo.

Cuando me despierto,
cualquier majadería,
me ataca con la ferocidad
del fuego;
por eso, ponerme los calcetines,
es saber que la tortura
es inevitable,
por la calle donde
paseo todos los días.

Y Chet Baker lloró, y la heroína dirigió el trafico por calles como venas.

En el mismo taburete,
del mismo bar.

Una y otra vez,
Valentín se mata bebiendo.
Mientras, ella llora
tras las rayas en el baño
del fondo.

Local con pared de humo,
y alcohol.
Corro tras los vicios
más estúpidos;
así al día siguiente,
la consciencia
me hace amar mejor.

He sentido siempre culpa,
hasta que me he dado cuenta
que es miedo.

La peripecia de mi saber,
es arrancarme los ojos
y tirarlos a un vaso de ginebra.

Llovió cuando ella llovía.

Las sombras
son quimeras.

Oro comestible,
en tiempos de gloria
que,como en los juegos,
te comen las tripas,
para llegar a casa
sanos y salvos.

La muerte es un sofá,
la muerte es una manta,
la quimera te atrapa,
la quimera te mece.

Eché una moneda
a una máquina,
y mataron todas las vidas
de mis muñecos.


Primavera escondida.

Tu coño es como una champa,
que profano con la libación
de mi saliva.

Lengua como el pájaro,
que picotea en tu alma,
enloquecido por el celo.

Boca que espera,
sin esperanza,
el jugo de tus tripas,
en forma de orina.

Derramándome entre nosotros. Histeria en clave de sol.

Duermo a tu lado,
que es mi lado,
lado nuestro,
donde abrazamos
los lados que nos damos.

Es el lado salvaje,
el lado opuesto,
el lado interminable:
de los sueños despiertos.

Duermo a tu lado,
porque mi sueño
copia a la vida
del día despierto,
que va de tu lado,
al lugar que vamos
siempre juntos,
al lado, el uno del otro.

Lado viajero,
lado reverso,
lado anverso,
lado arriba,
lado abajo,
siempre al lado.

Cuando te marchas
y me quedo,
estoy a tu lado,
hagas lo que hagas,
es la fuerza del sueño
que tengo a tu lado;
para que sientas que estoy
a tu lado.

Juntos,
ladearemos,
como los ríos,
piedras en medio
del camino,
las empaparemos
con nuestros lados,
para darle la vida
de lo que soñamos.

Porque a tu lado,
la piedra es vida,
y a tu lado:
siempre sueño.

A Laura Bettonica.

Tropiezos en medio del bosque.

Agito el bambú
a solas en el bosque,
cae el rocío.

++++++

Bebo cerveza,
horizonte borroso,
nace la risa.

++++++

Los bares negros
abren mi pecho roto,
la sangre nace.

++++++

Ayer nacía,
la muerte se retrasa,
besé tu champa,
hasta la locura
de tus gemidos.

Escuchando el crepitar de tu lluvia, hasta cuando sonríes y finges ser feliz.

Como el cuervo,
el mirlo o el gorrión,
que me visitan.

Desconozco la vuelta
al sosiego,
a bandazos mi alma
lleva costurones
que no cierran.

Poémico como el cuervo,
mortecino como el mirlo,
engañado como el gorrión,
las ramas no son tan fuertes,
el amor no es la cura,
si no sabes curarte.

He de subir aún muchos
peldaños,
imagino que los esguinces
torcerán mis pasos,
pero sé que aún te quedan
vendas,
y
besos,
donde reposar
tanta histeria, que guardo
en el bolsillo
de mi camisa.

Silencios que matan más que la muerte.

Ser icono de creencia,
como el gorrión
confiar en las alas
y en la rama.

Partir en dos la naranja.
Compartir el zumo a medias.

Arroparme en ti,
no tener miedo
a la carretera.

Viajando a Noda.

Posado el mirlo,
el árbol centenario,
la muerte acecha.

+++++++

Sendero lleno,
anduve muy borracho,
el recuerdo mata.

+++++++

Mujer pálida,
parada en la calle,
escribo a la muerte.

+++++++

Calle repleta,
el universo tose,
la guadaña pasea.

+++++++

Bebo  el vino,
sentado desde lo alto
advierto dolor.

+++++++

Lloras a solas,
vagina de seda
tu orgasmo es un loto.

Babel muda.

Hay un largo bloque,
es un sueño duro
de cumplir.

Enloquece,
con todo,
y no distingue.

Siempre erré
y nunca supe galopar,
menos, montar.

Disfruto dibujando
extrañas formas,
que desembocan
en círculos sin carácter,
besos al aire,
a tu boca,
parados,
quietos en el espacio,
sin tiempo,
colmados de nuestras
lenguas,
vacías de idiomas.

Yo nací un día como este, nadie te avisa que la olla está a punto de explotar.

Todo esto es una mierda.

Salir a esperar el autobús,
tomar café de recuelo
en un bar de polígono industrial,
entrevistas de trabajo,
por las cuales te hacen pagar
hasta por el papel que usas.

Miro por la ventana
de la cafetería, llueve.
La camarera es una chica
bajita y gorda,
sonríe, al tiempo que yo,
escribo esto en una servilleta.

El escritor es uno cualquiera
que escribe.
Hay un millón de escritores
por cada cien mil habitantes,
todos los poetas con los que hablo,
todos los novelistas conferenciantes,
acaban poniéndome café,
o cerveza.

Los sesos fritos,
de intentar exprimirte,
para ser algo que deseas,
negro sobre blanco,
arial o times new roman,
ese es el callejón sin salida.

Al menos el que pinta,
usa más colores,
o el compositor,
finaliza la obra con música.
Todo esto más completo,
también más complicado.

Salgo de la cafetería,
llueve;
chof, chof,chof.

El ruido de mis zapatos en el suelo mojado,
similar al clap, clap, clap,
del portátil donde escribo.

Teclas negras, letras blancas,
pantalla brillante: Así es mi único cielo.

Llego a casa, los pies mojados,
la cabeza distante, melancólica,
se oye un reloj por toda la casa.

No hay marcha atrás, tengo que elegir:

Ser un millón entre cien-mil o no ser escritor,
sino uno que entienda esto como una lucha
angustiosa, para asustar al contrincante,
esos que te entrevistan con corbata,
y te cobran por los clips.
Clips,
chof,
clap.

Vuelvo a casa;
la guerra es ya.