Atisbando la monomaquia, matándome en ayunas.

A veces la ropa
es la tristeza guardada,
he tropezado tantas veces
en la misma piedra,
que el callo de mi piel,
ya no habla mi idioma.

Plancho mis penas
echando brasas sobre ellas.

Tengo una nueva revolución
en mi vientre,
embarazado de ti,
voy, a no abortar las tragedias.

Lo vital es un pez que no maúlla,
lo exiguo, crece en jardines
del insomnio.

Ya es comprensible,
cuando el dolor es orgasmo.

Ella se retuerce en el café,
mientras la cucharilla marea
sus negativas, para ser bebida
entre mis dientes.

La muerte es un viaje sin maleta,
la herencia al mundo, es la ropa;
por eso siempre la humanidad, es,
la hermana pequeña.

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