Entregando cartas a destinatarios erróneos.

Como una esquina que burla
el viento, me desfogo con extraños
roces pasivos.

Es como exprimirme en deseos
inconclusos, presos de una emoción
de caramelo.

Hasta la esperanza me sabe amarga
por la lejanía de su complicidad.

Es el cuento de la zanahoria tonta,
que siempre engaña a dos burros.

Sin nada es todo, pero a veces
la suposición nos asesina nubes.

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