Ceremonial de té, a la hora en la que sol nace por el bosque de bambú.

Lamiendo las hojas
de la urticularia,
dejo que me devore
la lengua,
para convertirme en pared
de su vagina.

Acaricio su matriz,
con mis dedos largos
y huesudos,
como la abeja,
busco la cascada del néctar.

Trasformé en música
las notas de mi flauta,
y empapé con ellas
tu vientre de sake:
nigori de mi vesania.


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