Despertando al realismo del sueño.

El fogón de la cocina,
es una vagina,
la silla es una vagina,
el sofá es una vagina,
la guitarra es una vagina,
el pantalón es una vagina,
la taza es una vagina,
el césped es una vagina,
la lata de mejillones es una vagina,
y la de chirlas y la de almejas:
también es una vagina.

La lluvia es una vagina,
las nubes son una vagina
con las que juego a buscar formas,
el fusil es una vagina,
el prado de heno es una vagina,
el misterio es una vagina,
la lectura es una vagina,
el poema es una vagina,
es por esto que cuando cierro
los ojos sueño con volver a ella,
siguiendo el rastro de mi inconsciencia.

Desconozco el anacronismo social
del hombre, 
su estúpida ingravidez enaltecida
la siento todos los días,
no hay consciencia de la realidad,
por eso me centro en el poder
de la vida, en el arrepentimiento
de mis actos.

Todo es una vagina salvaje
y
deseosa,
todo menos mi pene
que tiene forma de barco,
el cual me lleva a despertar
en la realidad de mis sueños.

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