Marinero de charco, viajero en el destino

Tropecé en mi charco
y me ensucié.
Salpicó sobre mi
mi propia memoria.

Asediado por mi yo profundo
navegué, sin viento,
por el barro formando,
al verme reflejado en mi inconsciencia.

Tropecé en mi charco y me reconocí,
los hombres hacemos cosas tontas,
somos aprendices de nuestros errores,
creces en los pasos, aprendes en los tropiezos,

Me reconocí en las gotas salpicadas de mi charco,
solo era barro que pude limpiar llorando.


Esperanza negra.

Levanta el oscuro vuelo,
el sueño que adormece
entre mis miedos.

Es hora de caminar sin piedras
en los bolsillos.

La tarde está soleada,
los bares abiertos,
la gente preparada...
es hora de abrir ventanas,
cuando todas las puertas
te las cierran.

Mis muertos, ya pasados,
velan por la esperanza
de mi vida.

Saliendo de la jaula, evitaba los disparos.

Siempre tenía la sensación
de llevar un hilo imaginario
en mis manos,
hacía formas y acariciaba
el aire con ellos, el hilo
era mi cordón umbilical
con otro mundo.

Tampoco pisaba las rayas
de los adoquines del suelo,
suponía caer al abismo.

Me retrasaba del grupo,
miraba los arboles,
jugaba a que me seguían,
me deslizaba entre la gente.

En mi barrio, siempre me tocaba
la piedra en la mano contraria.

Me gustaba estar debajo de la cama,
había creado una tribu ficticia y yo era
el jefe.

Tenía un perro imaginario,
que lo soltaba por las calles
y lo buscaba;
me buscaba y me perseguía
silvando y llorando
a algo que solo existía
en mi imaginación,
era solitario y risueño,
tenía la ilusión,
del tamaño de un perro,
aún la busco a veces,
sólo, cuando se escapa
de mi cabeza el perro
de mi inconsciencia.

Recibiendo el día entre sus piernas.

Hace tiempo que sigo
el sol.

Es de noche dentro de la luz.

Me gusta que me bese por las mañanas
mece mis entrañas en cuna de mimbre.

Hace tiempo que sigo el sol,
aunque sé de sobra
que es ella,
y que su vagina es una estrella
fugaz,
que riego con cerveza,
y peino con mi lengua.

Amanece cuando acaricio su cintura
y sale por el este de sus excitaciones,
un clítoris resplandeciente.

Recibo el día entre sus piernas
a las ocho de la mañana,
a las tres de la tarde,
a las once de la noche,
durante la madrugada;
el día comienza cuando
su orgasmo se vierte en mi cara.

Mordiendo peces

Me gusta ser solo,
estar solo,
sentirme solo.

Busco la soledad
como la inquietud
absoluta.

Como el estado
sublime del alma.

A veces río con gente
y bebo con personas
que no conozco.

Eso es otra soledad,
saber ser solo,
en medio de la marea
de peces muertos.

Solo, me rasco la barriga
y abro cervezas,
y me asomo al abismo
del poema, saltando
sin red, a ese tenebroso
momento en que me encuentro
dentro de mi, y me siento solo.

Saxofones borrachos, lamento de un solitario.

Pico en la noche el teclado,
como un murciélago solitario.

Emito gruñidos y toso.

el poema se fabrica dentro
de la factoría.

lleva un tercio de jugos
y cuatro de carne.

Me gusta apretarme
el pene, mientras lo hago
le doy pequeños golpes
en el glande con mi dedo
indice.

Luego en la noche,
señalo a todas partes
gritando, abro la boca
y meo.

Hay una interrelación
existente como una flauta,
entre mis poemas y mi pene.

Ven que te recoja,
quiero revelarme por todas partes
mientras escribo en tu espalda
un leve, pequeño, minúsculo,
concreto, minucioso, conciso,
intenso, arrebatador, infernal:
te quiero.

En el techo de una granja, lugar deshabitado de arácnidos, fluye a ocho patas el pensamiento humano.

Todo pasa de ser
a estar.

Es una especulación
perteneciente al panteísmo.

Una rareza de lo sutil,
que es sublime.

Algo que no es,
pero se trasforma
en lo que nunca sería
sin nada que lo sustente.

Como la nombradía
huida de la evicción,
que ignora la eternidad
de su conclusión.

Arriba y abajo, las montañas ya no son rusas.

Rompes lazos infernales de tu memoria.
Afliges tus palabras en lugares
por donde no pasaría ni el tiempo.
Sacas la lengua ante espejos.
Vives tras la cortina del vicio.
Eres la sombra de tus bolsillos.
Tu dinero tiene alas en forma de mirlo.
Te entretienes en medio del ajetreo,
hurgando el salón,
mirando al cuerpo exonerado de la perversión.

Has hecho trocha con tus dedos,
entonces dejas tus promesas en la puerta
y
esnifas,
esnifas,
esnifas.

Supresión del infierno,
los ojos son sacos de monedas,
el viaje ha comenzado,
y vas de pie en el autobús.

Llega la primavera ladrando hierba (poemas ineditos de Carlota White)

Como una ceja a la primavera,
has llegado para quedarte
no sé cuantas.

Llegarás a recibirme
aunque venga borracho,
y sin dormir varios días.

Romperás mis zapatillas
y te comerás los cables,
te reñiré y te harás la despistada.

Ladrarás cuando aúlle,
y observarás junto a ella,
la indefensión que tengo
cuando duermo, me quedo
quieto, o escribo.

Sabrás que soy más niño
que tú y que ellas;
velarás mis sombra,
para que nadie se acerque.

Vigilante y juguetona,
coserás con punzadas
oníricas, las telas que hasta ahora
estaban separadas.

De Carlota White a Jacquie Kennedy.

Sinfonía de la distancia y la esperanza.

Han sido dinastías enteras
frente a este solsticio,
las que nos han visto juntos.

++++++

Unicornio y rinoceronte,
ambos iguales en concepto,
uno es sueño, otro es incierto.

++++++

Caen las hojas en otoño,
la luz clarea más el bosque,
el río comienza a helar.

++++++

El vaso de vino casi vacío,
llevo su color en el alma,
la jarra está llena, aún no acaba.

++++++

Vivo en un lugar lejos,
veo las luces en la distancia,
mientras, leo a Shiki.

++++++

Soy hombre y mi destino es la muerte,
ya lo supe cuando me corté de niño,
lo desconocido no le incumple de la ejecución,
resucitaré del papel y mi palabra será un hecho.

++++++

Cajas de cartón vacías,
la nevera es un cadáver,
mañana el sol saldrá
aunque las nubes lo oculten.



Mirando árboles cuando ya es tarde para el café.

Me gusta,
esa sensación del beso
impregnado de nicotina
y vino.

Justo el momento antes,
cuando el corazón se revoluciona
como un republicano de veinte años,
bombeando sangre, como consignas
en una manifestación.

Me gusta beber con ella, y emborracharme
de ese vacío por donde caben
mil canciones, y cerrarlo con saliva
intoxicada.

Mente, ideal, palpitaciones
bajo mi cremallera,
todo es una conquista de ideales,
tras mancharme de humo y hollejos.

¿Has cogido tu maleta? -No sé, pero me pesa mucho algo que no es mío-

Hay mucho ruido,
en todo.

Hay demasiado
ruido y poco silencio.

El silencio bien elegido
es como la soledad,
bien elegida,
ambas cosas valen
para escuchar tu ruido,
églogas que fabricas
en medio de las estridencias
que no son tuyas

Teorema del giro de las hélices.

Se levanta en la madrugada,
camino de la cocina
a beber agua.

Dejando el rastro de su sexo
mi nariz la sigue,
como en un viaje astral.

Apaga el fuego de la cerveza
y la cachaça,
se hidrata, canturrea,
vuelve siguiendo
las gotas de mi esperma
como una pulgarcita erótica.

Se acurruca entre mis brazos,
y permite que la invada el sueño
mientras la beso.

Micro-organismos bacteriológicos y fungicidas para germenes tristes, que lloran en cuerpos vacíos e inertes.

El poema es al objeto,
animal, humano, o flora,
como el verso es al pasajero
que lo escribe.

La distancia entre verso y poema
es la misma que entre alma y corazón,
e inversamente proporcional
al infinito del agujero que provoca
dentro del mismo y enjuto dedo.

A su vez significa la extracción
absoluta de la esencia,
cualesquiera que sea la mirada
que lo interpreta.

Ando exprimiendo todo,
porque el que escribe poemas
no es poeta; es viajero,
humano irracional
que respira piedras,
y mastica flora,

por eso digo:

Soy hombre y mi destino
es la muerte, saco el zumo,
y lo bebo,
lo bebo y lo orino,
vuelvo a ser destroza sacos
y cae todo en roto.

La formula es fácil,
la vida fácil,
el destino la muerte,
pero antes he sacar
el final de todo,
dejar las pulpas secas,
que la muerte sea zumo
de esta vida hirsuta.

Soy hombre y mi destino es la muerte.
Soy hombre y mi destino es la muerte.
Soy hombre y mi destino es la muerte.
Soy hombre y mi destino es la muerte.
Soy hombre y mi destino es la muerte

Apostando al numero ocho.

Haré de nuestra cama
nuestro fin,
las sabanas serán tu mortaja,
te mataré mientras
te crucifico.

Sudarás mi esperma,
hasta que tu gemido
sea afónico.

Como Frances Frarmer
serás envuelta en fuego.

Como Kurt Kobain
me dispararé con tus dedos.

Como Artaud
enloquecerás por tu razón.

Sudame y te sudaré.

Tu mortaja será mi sexo.

Exoneración de la búsqueda, cuando el beso trastorna mis planes.

Yo quiero que mi pene sea una cremallera,
abrirte de arriba abajo las carnes
cuando yo quiera,
descerrajarte todas tu ideas,
hacer vida con toda tu pulpa.

Yo quiero que mis ojos sean dos cuevas,
albergarte en ellos y encerrarte
en mis sueños, cuando duerma.

Yo quiero querer que todo suceda
contigo con todas mis partes,
convertirte en mis fluidos,
tragarte como saliva,
respirarte oxigeno,
latirte sangre,
eyacularte cuando te vea.

Yo quiero que todo esto sea,
parte de unas partes,
núcleo irremediable de nosotros.

Pero no puedo hacer nada,
nada,
nada,
en absoluto, nada.
Estoy muy dentro de ti,
y ya soy una identidad
de tus besos,
por eso buscarme es encontrarme
en tu saliva, en tu flujo,
en tus risas,
esas que me enredan en los días
de lluvia, y hacen que me olvide
hasta de esta vida.

Conjugando un ceda el paso, cuando en realidad, es un cruce de imaginación mirando tus ojos.

Yo sé que tu lo sabes,
nosotros lo sabemos,
una conclusión
a la que llegamos
sin saber decirlo,
pero sabiendo
que no decimos.

Tu lo sabes,
que es un verbo,
el que no hacemos
para ocultarlo.

Viene de lejos,
desde una taberna
de Lousiana,
lugar en el que se escabulle
eso que sabiéndolo
nosotros,
no lo decimos,
por temor a que otros
se den por aludidos,
y se den cuenta
del verdadero
uso del verbo,
ese que sólo tú y yo
conocemos.

Refresco de cola, con doble de vacío.

Desgañitas tu garganta
en calles de trapo,
el corazón es un queso de bola.
eres un ratón huidizo,
trepas por las rejas de tus latidos.

+ + + +  +

Aprendes a contar,
aprendes a silbar,
aprendes a comprar,
se te olvida que vives.

+ + + + + +

Dale la vuelta al premio,
lo que crees que te ha tocado
no es como lo concibes;
es todo lo contrario.

+ + + + + +

Vivir es morir,
el paraíso
por mucho que lo niegues,
es el asfalto, la huelga,
la cerveza, la risa y el llanto.

+ + + + + +

Muérete y verás,
muérete y vivirás,
muérete y sentirás
todas las cruces
como años des-cumplidos,
deseos del descuido.

+ + + + + +

Núcleos sin médula,
médula sin víscera,
víscera sin entraña,
entraña sin cariño.

+ + + + + +

Rayuelas con caída
al vacío.