Viejo barco a la deriva.

Cómo un pez,
se mueve en la tarde,
sin conocer su destino.

Su chepa, le pesa
tanto cómo su conciencia

Camina despacio,
cómo un koala borracho.

Su camisa es de cuadros
rojos y blancos.
Pero su corazón sigue enlutado.

Es anciano y pausado.

Atraca en la barra tras unos minutos
de deriva, la que le lleva de casa
a la cutre cafetería.

Bebe cerveza y roe las tapas
que le sirven.

Su casa es ordenada y esquiva
su carácter solitario y ensombrecido.

Es anciano,
parlotea por lo bajo a solas

Recuerda su pasado.
Maldice esta vida,
bendice la cerveza,
mordisquea la hamburguesa.

Tras esto cerrará los ojos
sin saber quién le lleva.
Piensa que está en una ratonera.

Es viudo pero siempre fue soltero.

2 comentarios:

  1. Me gusta muchisimo todo el poema pero el final me parece tremendo.
    Carlos, qué maravillas nos regalas.

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