Como corazón.

Corazones como trapos,
como cenizas,
como ropa sucia,
como cartones de tabaco,
como papel de periódico,
como acampadas adolescentes,
como finales sin comienzo,
como cartas sin destino,
en un buzón amarillo,
en medio de una urbe de humo,
como gemidos estrechos,
de uno como yo, que se deshace en este teclado...

Corazones como todo lo que vemos.
corazones como todo lo que tenemos...

Corazones que envidian ser otros corazones,
corazones que viajan en trenes con sillones roídos,
corazones de pelele...
corazones de trapo, que se desatan
en sus cuerdas de pita a los 13 años
cuando suspendes matemáticas...
o no les dan el beso después de dos kalimochos,
en un callejón oscuro
donde el sabor de la niñez
se evapora con gusto a  imaginación,
y ojos que cierran el amor primero,
de un quinceañero
que desea tocar teta y no llega
a lograrlo...

Corazones en medio
de una ciudad
que se creen
exclusivos
en medio
de un mar de sangre,
con gondoleros
que clavan su estaca
cuando menos lo imaginan
para matar el deseo
del acné, como un vampiro
de la niñez,
que quiere soñar
para hacerse adulto.

Corazones no somos algo.

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