Solo en el bar...

Durante siglos, he observado
El arroyo del brazo de acero.
Pero nunca me fije en el
atardecer.
Desde el hirsuto taburete
mi alma lisonjera, no advierte
las pestañas anonimas.
y los ojos del mundo
ya no vuelan hasta mi alma.
Si contemplo el arroyo
no me convierto en sabio,
pierdo la hermosura del atardecer
y las piedras blancas del arroyo
son lágrimas,
cuando la corriente las arrastra
hasta los meandros.
Si observo la belleza,
me pierdo la hermosura.
Solo la sabiduría del camarero,
podría descifrar esta
duda advenediza,
en la que se abate
la fiereza de mi ser
mientras torno
mi cara en rojo

Bankero

Según entras a la derecha
en el parque
de Isabel Perón
en Madrid,
hay un banco
de madera
viejo y verde.
Esa fue mi cama
durante cuatro noches
era duro e incomodo
pero me daba sensación
de seguridad,
las pocas noches
que en el dormí
supe lo que era el frío,
y por las mañanas
los que allí dormíamos
meábamos en la fuente
para calentarla y que saliera
un hilo de agua
igual de fría
que sus muertos.
Fue mi motor de madera
el comienzo de mi
tropelía...
no creí salir nunca
de sus rígidos tablones.
Recientemente fui a visitarlo
para saber que seguía allí
me senté, acaricié sus remaches
igual de fríos que siempre
mas oxidados, más castigado.
-Lo peor que me puede pasar
es acabar aquí de nuevo
pensé...-
La ropa en mochilas,
La vida en bolsas,
La ilusión desperdigada
mientras la picoteaban las
palomas
Los nudillos, tan helados
como los remaches,
Las manos temblorosas
La mente en blanco
La muerte una manta a cuadros.
Recientemente
fui a visitar
lo que fue mi hogar:
Un cielo de hielo
Un parque contaminado
Y las palomas me miraban
con hambre, esperando
alguna migaja de esperanza
que llevarse al buche.
Fui Bankero
en cierta ocasión
que prestó ilusión
a un mundo desgraciado.

Amarillo noche

Salí del bar
camino de la pensión.
Anduve a ciegas
esquivando adoquines
contando las luces
de los coches.
Llegué a la habitación
me senté a escribir...
pero no salía.
no me obligué.
me tumbé en la cama
el neón me pintaba la cara
ora azul ora amarilla.

Todo me daba
vueltas

Cerré los ojos.
intente pararlo.
imposible.
los abrí.
Y
delante tenía
a los siete sabios
del bosque de bambú
les pregunté:

-¿Por qué viene todas
las noches la grulla amarilla
a observarme por la ventana?

Todos contestaron a la vez.

-Porque tu muerte es lenta
Porque tu muerte es lenta...

Verso Extremo

En miles de ocasiones
me encuentro con esto.

Echaba unas monedas en una cabina
Me atendían

Abanderando su excelso trabajo.
Dependiendo de ellos
todo el esfuerzo que has dedicado,
son los buitres de esto y aquello


que revolotean encima de ti
para amarte o hacer que te odien
escudados siempre en las palabras:


Con todas las horas dedicadas

reconocemos un gran esfuerzo pero,

irremediablemente

todos llegamos a la decisión

irreparable y basada en nuestras reflexiones

consensuadas por entendidos en la materia ,

a no publicar ni premiar su trabajo

recordarle que puede publicar a bajo coste.

El Reencuentro

Una noche en la taberna de Fran el tuerto, coincidieron sin conocerse, habían dejado casi una hermandad consanguínea a medias, una de esas amistades que nadie se atreve a adjetivar ó calificar por lo sagrado que dan a entender. Esa noche el tiempo les negó el reconocimiento les aró en piel y rasgó en ojos tanto dolor que no supieron saberse el uno del otro, solo al termino de dos botellas de aguardiente, Roonie fue al baño a mear y al pasar junto a Mark le dio un leve golpe con el codo, algo que a un sobrio jamás le hubiese molestado, al retarse con la mirada ambos sacaron navajas de muelle; solo que Mark más perro viejo, no fue amenazante sino certero y Roonie se sintió nacer un afluente de vino del lateral del cuello. Cuando Mark rebuscó en la billetera de Roonie, para sacar el dinero se vio abrazado junto al cadáver en una foto con más vida ambos que la que ahora reflejaban, al reconocerse no supo actuar, le asomaron unas lágrimas y cuando fue a explicar al tabernero su error... Frank el amigo fiel de Roonie, le clavo en el cuello una botella rota a Mark dando la misma muerte que al desdichado Roonie... Fue el fin de todo, la amistad se convirtió en un relleno, en una jarra de babas, de dos cadáveres, en la taberna de Frank “el tuerto”.